BREVE
HISTORIA DEL HAMBRE
“Un estómago vacío es un mal consejero”
Albert Einstein
“Mantente Hambriento, mantente alocado”
Steve Jobs. Discurso Stanford 2005
La historia del
hambre es la historia de la humanidad misma. Por no morir de hambre se recurre
a matar. Nuestras manos están manchadas de sangre por envidia y hambre. El hambre es silencio ahogándose en la
oscuridad de la soledad marginada.
Todos hemos
sentido hambre alguna vez, pero son muy pocos quienes la han vivido, el hambre
se siente, pero también se vive, es vida y sentimiento a la vez. El hambre
también es agente purificador del alma bajo el ayuno, nada como el hambre para
justificar cualquier causa revolucionaria, el hambre del pueblo: tiranía del
dictador.
Nada vulnera más
al ser humano como el hambre, el hambre le arrebata su dignidad, y si bien
nadie está exento a padecerla, el hambre se encuentra enmarcada dentro del
tejido social de manera categórica.
El hambre es
algo tan primigenio, pero tan poderoso a la vez que conforma todo un conjunto
de elementos subjetivos que giran en torno a ella, una gran variedad de
abstracciones y sentimientos transformando de fondo, la existencia de aquellos
que la padecen, (Que somos todos o por lo menos buena parte de la humanidad). El hambre puede inspirar desde el más noble,
al más vil de los sentimientos humanos, es capaz de impulsar la construcción de
todo un mundo, como también su destrucción.
Tenemos como
principio, especialmente es nuestra sociedad pos moderna, un hambre que va más
allá del hambre física y que merecerá un tratamiento especial más adelante.
Esta hambre es en principio autodestructiva y francamente es difícil encontrarle
un término que se ajuste para definirla, es un “hambre analgésica”, se podría
decir que existencial, ¿por qué no nihilista? puesto que busca negar ciertas
condiciones humanas, por ahora la llamaremos HAMBRE LENITIVA.
Esta hambre
afecta principalmente a las personas más marginadas de la sociedad, aquellas
que se han convertido en habitantes de las calles que son presas de la
drogadicción. Estas personas básicamente pueden saciar el hambre más básica por
alimentos y descanso porque han convertido la ciudad en su hogar, y esta misma
les proporciona lo necesario, pero lo que más les cuesta, (porque en el hambre
se mide un factor inmediato y es el costo) es procurar el “pobre alimento” que
saciará esta hambre lenitiva, las drogas.
Bajo esta hambre
que funciona también como un “apetito voraz”, el ser humano busca aplacar el
dolor de su propia existencia, es más un tratamiento paliativo que bien podría
separarse de este análisis y clasificarse como un problema independiente al
hambre común, la cual tiene que ver más con alimentos y objetos, se diría
entonces que los que muchas personas en el mundo padecen no es hambre sino una
necesidad de auto sanarse o por lo menos de paliar el mal o la enfermedad de la
que son presa, un mal que desde luego es psicológico. Pero considere el lector que al crecer
exponencialmente a la par de la pobreza y convertirse en un verdadero problema
social, no podemos exceptuar a las personas que por debajo de la escala social
deben de alguna manera, lidiar con el hambre lenitiva, es decir el hambre de
sus existencias. También es importante categorizar dicha necesidad ya que el
estado se encuentra en la obligación de suplir esta condición y contrarrestar
de la mejor manera el problema de las adicciones.
Encontramos así el primer orden de nuestra pirámide de
hambre, convirtiéndose el hambre lenitiva, en un referente fundamental para
entender la problemática. Luego de esta pasamos al segundo orden, de dónde se
desprende el hambre común como necesidad básica por alimentos y objetos,
enfocándonos en la clase social más pobre, aquellos que por varios factores no
pueden o les cuesta suplir sus dichas necesidades.
En este orden hablamos ya de supervivencia, porque la gran mayoría de las
personas pobres no tienen una vida digna y deben trabajar para poder auto
sustentarse, quedando de plano casi en su totalidad la adquisición de bienes
que le permitan tener una vida digna o como coloquialmente se le conoce “vivir
bien”. Generalmente las personas de esta condición social, centrarán toda su
fuerza de trabajo en la consecución de bienes básicos como lo son los alimentos
y los servicios de primera necesidad. Por diversas razones no puede suplir uno
o varias de estas necesidades, esta condición también puede empujarlos a
padecer del hambre lenitiva, y por consiguiente su potencial autodestrucción,
(Recordemos, el hambre lenitiva es la que empuja hacia la drogadicción).
En el tercer orden, encontramos a una clase más
favorecida, emergente en muchos casos de la anterior o incluso de una mejor
condición se encuentra la clase media, en este caso, el hambre básica es
superada ampliamente quedando solo el hambre por bienes que hagan posible una
mejor vida, dentro de este orden encontramos la vivienda propia, un automóvil,
educación superior, y también bienes de entretenimiento, de los cuales todos
tenemos necesidad.
Como había
nombrado anteriormente, la relación entre hambre y coste es fundamental para
comprender sendas categorías en torno a la misma. Las personas de este orden,
la clase media, poco más pudiente que la clase pobre, ya han suplido sus
necesidades básicas pero su hambre consta de la necesidad por adquirir los
bienes necesarios para tener una mejor vida, estos bienes no necesariamente son
los básicos para tener una vida cómoda, ya que también contarán aquellos que le
otorgan ESTATUS. Esto va a generar un alto costo para poder conseguirlos,
incluso las personas aquí tendrán que trabajar con la misma reiteración que las
personas más pobres para poder hacer posible la consecución de los mismos.
Pasamos al cuarto y último orden en nuestra pirámide
del hambre en donde se encuentra la clase pudiente, esta clase como bien lo
indica su nombre puede tenerlo casi todo o por lo menos mucho más de lo que
poseen las clases anteriormente mencionadas, para ellos no solo las necesidades
básicas han sido suplidas sino también aquellas que les puede otorgar una mejor
vida, más tranquila, menos dependiente y cercana a poseer bienes de lujo. En
este caso el hambre ya “dejará de existir” pasando a convertirse en mero
apetito.
Las personas
ricas no tienen la misma necesidad de las clases por debajo de su condición de
conseguir bienes para poder sobrevivir o tener una vida más menos cómoda y por
lo tanto el coste es muy bajo o nulo, la que se traduce en una menor fuerza de
trabajo. En cambio, tendrán mucho tiempo y medios para conseguir cualquier cosa
de que apetezcan, desde una costosa obra de arte, hasta un yate, cosas que
están por encima de ser necesarias y solo cumplen un rol de satisfacción, lo
que conocemos como LUJOS (Palabra que viene del latín LUXUS, que significa vida
extravagante u opulencia y a su vez deriva en la palabra “lujuría”). El rico
obedece fundamentalmente a su propio apetito, su "lujuria" porque sus necesidades básicas y
de bienes están más que cubiertas, pero incluso estando en esta condición, nunca
será exento de padecer el hambre lenitiva que afecta principalmente a la
población marginal.
El hambre y su no satisfacción (El coste), es uno de
los principales óbices para el desarrollo físico y mental del ser humano,
siendo el hambre lenitiva a nivel individual la que más impide la realización del
individuo y a nivel colectivo, el hambre que acompaña la no suplencia de las
necesidades más básicas es el obstáculo más grande.
Cabe mencionar que al estar en el tercer o cuarto orden, al ser humano le
costará mucho menos llegar a una meta de autorrealización, (Que no es otra cosa
que el estar conforme con uno mismo y los demás), esto explicaría porque las
personas adineradas suelen ser más tranquilas y agradecidas por lo que tienen
en la vida, mientras que una vida que nos distancie de esta realización, no
hará más que llenarnos de profundo resentimiento, desde luego esta reflexión no
es generalizada.
EL HAMBRE Y SU
COSTE
Holomodor,
Ucrania 1932, se estima que más de un millón y medio de personas murieron en
Ucrania, a causa de la hambruna que azotó a ese país entre 1932 y 1933,
resultado del proceso de colectivización de la tierra por parte de la Unión Soviética
(Anexada desde 1922 tras la derrota separatista de la guerra bolchevique
ucraniana), varios factores jugaron en esta tragedia que es considerada por
muchos como “genocidio”, siendo los dos principales, el proceso forzado de
colectivización de las granjas que llevó a cabo Josif Stalin, y los kulaks, que
eran grandes hacendados que, en respuesta a esta política en el cuál se
involucraba el conflicto étnico de rusos y ucranianos de siempre, quemaron sus
cosechas y sacrificaron sus animales. La falta de alimentos también fue
producto de los decomisos de la dictadura soviética, el asesinato de campesinos
de varias etnias (kazajos, rusos y ucranianos) y el desplazamiento de los
mismos de sus tierras originarias. El coste de la hambruna en ucrania se
tradujo en la pérdida de millones de vidas, pero también en un gran golpe a su
cultura e identidad, por un lado, tenemos a un gobierno déspota y por otro, a un
grupo de grandes terratenientes que prefirieron el hambre de su propio pueblo a
entregar sus propiedades al autoritarismo soviético.
Ebru Timtik,
abogada y miembro de un colectivo de abogados progresistas en Turquía, murió en
agosto de 2020 luego de llevar una huelga de hambre desde enero de ese año, sus
peticiones al gobierno turco era el derecho a un justo juicio para ella y los
opositores al gobierno de Recep Erdogan, ya que tanto ella como otros abogados habían
ido a prisión por pertenecer supuestamente al DHKP-C, partido declarado ilegal
por el gobierno. Como se puede ver en este como en muchos otros casos, es la
lucha la que lleva al hambre, en vez de ser lo contrario.
El ayuno, ritual
practicado por diversas religiones en el mundo, especialmente el islam,
consiste en dejar de comer durante varias horas, incluso días. En la tradición islámica,
el ayuno es una forma, de purificarse, de alejarse de las cosas mundanas y
acercarse más espiritualmente a Dios. En los 30 días que dura el Ramadán, los
creyentes dejan de comer en horas del día, el hambre que sentirán durante las
jornadas a lo largo de los 30 días deberán ir acompañados de oraciones, de
obras de caridad y peregrinaciones. Es un sacrificio que se hace en
cumplimiento del mandato, la fe y sobre todo, para fortalecer su espiritualidad.
La narrativa del hambre es una de la más poderosas en
todos los ámbitos sociales y culturales del ser humano, el coste implica una
serie de los más variopintos factores, el coste se basa principalmente en la
capacidad de suplir dicha hambre, siendo en sí la “plena satisfacción”. En la pirámide de Maslow se hace una relación directa entre la
motivación que lleva a la satisfacción de 5 niveles de necesidades según el
psicólogo Abraham Maslow, lo cual apunta a la subjetividad del coste, que a su
vez está relacionado con el valor subjetivo de los objetos del cuál, varias
escuelas económicas han hablado, especialmente la escuela económica austriaca,
y es por eso que también podemos atribuir un valor subjetivo al hambre porque
en muchos casos, somos nosotros quienes le ponemos el precio. El “hambre
lenitiva” es de por sí el hambre más subjetiva, porque esta busca satisfacer la
demanda emocional que tenemos por objetos, por circunstancias o personas, es la
que a diario intentamos aplacar utilizando un amplio espectro de elementos capaces
de “repeler” la ansiedad que esta nos produce. Esta hambre lenitiva que va
ligada a la crisis existencial, y que desde el nacimiento de las primeras
grandes civilizaciones ha acompañado al ser humano, es producto de la brecha social, esto es: una entidad todopoderosa
y paternalista (El estado y la sociedad en conjunto), predominante hoy por hoy,
es como el padre que ha abandonado a su hijo (El individuo) y de vez en cuando le
“escribe”, pero sin atenderlo y en la mayoría de casos, ni siquiera vela por su
bienestar. Esta brecha tiene que ver más directamente con el poder
adquisitivo y la identidad que sienta sus bases sobre la misma, algo que nos
resulta fácil ejemplarizar con el estatus social (Una asignación propia de la
sociología) en la que vemos cómo el individuo se ha fragmentado así mismo y es
causa de muchas de las problemáticas que agobian a las civilizaciones modernas,
especialmente las más pobres.
Según las
Naciones Unidas, en 2021 se registró que alrededor de 828 millones de personas
padecen hambre en el mundo (El hambre dentro de las estadísticas se cuenta como
“malnutrición” y tiene variaciones), teniendo en cuenta que desde comienzos de
la pandemia hubo un aumento de 150 millones personas con el “déficit alimentario”,
esto quiere decir que casi el 10% de la población mundial padece de hambre.
Para dimensionar la grave problemática de esta situación, las siguientes
cifras: 45 millones de niños en todo el
mundo menores de 5 años sufren de emaciación, que es la forma más mortífera de
desnutrición, 149 millones de niños menores de 5 años padecieron de mal
desarrollo en el crecimiento, a falta de los nutrientes esenciales (Fuente SOFI
2022), un completo absurdo cuando según un informe del Fondo Mundial para la
Naturaleza, en el mundo se desperdician casi 2.500 millones de toneladas de
alimentos, es decir el 40% de los que se cultiva.
Es curioso ver
que el planeta está en condiciones de suplir el hambre básica de todos los seres
humanos, para ello necesitamos conciencia y voluntad (Que llevan a la empatía) y
para suplir el hambre lenitiva, aquella que pretende cubrir las brechas
existenciales, (sanar las heridas del alma) necesitamos exactamente lo mismo,
que nos planteemos la idea de que muchas cosas no las necesitamos en realidad,
lo que muchos psicólogos y estudiosos del budismo identifican como “desapego”. Una actitud arrogante y egoísta, un híper individualismo
junto a la codicia que tanto nos ciega, nos aleja de la posibilidad de lograr
reducir el alto coste que implica el estar hambriento.