jueves, 20 de octubre de 2022

BREVE HISTORIA DEL HAMBRE

BREVE HISTORIA DEL HAMBRE

“Un estómago vacío es un mal consejero” Albert Einstein

“Mantente Hambriento, mantente alocado” Steve Jobs. Discurso Stanford 2005

 

La historia del hambre es la historia de la humanidad misma. Por no morir de hambre se recurre a matar. Nuestras manos están manchadas de sangre por envidia y hambre. El hambre es silencio ahogándose en la oscuridad de la soledad marginada.

Todos hemos sentido hambre alguna vez, pero son muy pocos quienes la han vivido, el hambre se siente, pero también se vive, es vida y sentimiento a la vez. El hambre también es agente purificador del alma bajo el ayuno, nada como el hambre para justificar cualquier causa revolucionaria, el hambre del pueblo: tiranía del dictador.

Nada vulnera más al ser humano como el hambre, el hambre le arrebata su dignidad, y si bien nadie está exento a padecerla, el hambre se encuentra enmarcada dentro del tejido social de manera categórica.

El hambre es algo tan primigenio, pero tan poderoso a la vez que conforma todo un conjunto de elementos subjetivos que giran en torno a ella, una gran variedad de abstracciones y sentimientos transformando de fondo, la existencia de aquellos que la padecen, (Que somos todos o por lo menos buena parte de la humanidad). El hambre puede inspirar desde el más noble, al más vil de los sentimientos humanos, es capaz de impulsar la construcción de todo un mundo, como también su destrucción.

Tenemos como principio, especialmente es nuestra sociedad pos moderna, un hambre que va más allá del hambre física y que merecerá un tratamiento especial más adelante. Esta hambre es en principio autodestructiva y francamente es difícil encontrarle un término que se ajuste para definirla, es un “hambre analgésica”, se podría decir que existencial, ¿por qué no nihilista? puesto que busca negar ciertas condiciones humanas, por ahora la llamaremos HAMBRE LENITIVA.

Esta hambre afecta principalmente a las personas más marginadas de la sociedad, aquellas que se han convertido en habitantes de las calles que son presas de la drogadicción. Estas personas básicamente pueden saciar el hambre más básica por alimentos y descanso porque han convertido la ciudad en su hogar, y esta misma les proporciona lo necesario, pero lo que más les cuesta, (porque en el hambre se mide un factor inmediato y es el costo) es procurar el “pobre alimento” que saciará esta hambre lenitiva, las drogas.

Bajo esta hambre que funciona también como un “apetito voraz”, el ser humano busca aplacar el dolor de su propia existencia, es más un tratamiento paliativo que bien podría separarse de este análisis y clasificarse como un problema independiente al hambre común, la cual tiene que ver más con alimentos y objetos, se diría entonces que los que muchas personas en el mundo padecen no es hambre sino una necesidad de auto sanarse o por lo menos de paliar el mal o la enfermedad de la que son presa, un mal que desde luego es psicológico.  Pero considere el lector que al crecer exponencialmente a la par de la pobreza y convertirse en un verdadero problema social, no podemos exceptuar a las personas que por debajo de la escala social deben de alguna manera, lidiar con el hambre lenitiva, es decir el hambre de sus existencias. También es importante categorizar dicha necesidad ya que el estado se encuentra en la obligación de suplir esta condición y contrarrestar de la mejor manera el problema de las adicciones.

Encontramos así el primer orden de nuestra pirámide de hambre, convirtiéndose el hambre lenitiva, en un referente fundamental para entender la problemática. Luego de esta pasamos al segundo orden, de dónde se desprende el hambre común como necesidad básica por alimentos y objetos, enfocándonos en la clase social más pobre, aquellos que por varios factores no pueden o les cuesta suplir sus dichas necesidades. En este orden hablamos ya de supervivencia, porque la gran mayoría de las personas pobres no tienen una vida digna y deben trabajar para poder auto sustentarse, quedando de plano casi en su totalidad la adquisición de bienes que le permitan tener una vida digna o como coloquialmente se le conoce “vivir bien”. Generalmente las personas de esta condición social, centrarán toda su fuerza de trabajo en la consecución de bienes básicos como lo son los alimentos y los servicios de primera necesidad. Por diversas razones no puede suplir uno o varias de estas necesidades, esta condición también puede empujarlos a padecer del hambre lenitiva, y por consiguiente su potencial autodestrucción, (Recordemos, el hambre lenitiva es la que empuja hacia la drogadicción).

En el tercer orden, encontramos a una clase más favorecida, emergente en muchos casos de la anterior o incluso de una mejor condición se encuentra la clase media, en este caso, el hambre básica es superada ampliamente quedando solo el hambre por bienes que hagan posible una mejor vida, dentro de este orden encontramos la vivienda propia, un automóvil, educación superior, y también bienes de entretenimiento, de los cuales todos tenemos necesidad.

Como había nombrado anteriormente, la relación entre hambre y coste es fundamental para comprender sendas categorías en torno a la misma. Las personas de este orden, la clase media, poco más pudiente que la clase pobre, ya han suplido sus necesidades básicas pero su hambre consta de la necesidad por adquirir los bienes necesarios para tener una mejor vida, estos bienes no necesariamente son los básicos para tener una vida cómoda, ya que también contarán aquellos que le otorgan ESTATUS. Esto va a generar un alto costo para poder conseguirlos, incluso las personas aquí tendrán que trabajar con la misma reiteración que las personas más pobres para poder hacer posible la consecución de los mismos.

Pasamos al cuarto y último orden en nuestra pirámide del hambre en donde se encuentra la clase pudiente, esta clase como bien lo indica su nombre puede tenerlo casi todo o por lo menos mucho más de lo que poseen las clases anteriormente mencionadas, para ellos no solo las necesidades básicas han sido suplidas sino también aquellas que les puede otorgar una mejor vida, más tranquila, menos dependiente y cercana a poseer bienes de lujo. En este caso el hambre ya “dejará de existir” pasando a convertirse en mero apetito.

Las personas ricas no tienen la misma necesidad de las clases por debajo de su condición de conseguir bienes para poder sobrevivir o tener una vida más menos cómoda y por lo tanto el coste es muy bajo o nulo, la que se traduce en una menor fuerza de trabajo. En cambio, tendrán mucho tiempo y medios para conseguir cualquier cosa de que apetezcan, desde una costosa obra de arte, hasta un yate, cosas que están por encima de ser necesarias y solo cumplen un rol de satisfacción, lo que conocemos como LUJOS (Palabra que viene del latín LUXUS, que significa vida extravagante u opulencia y a su vez deriva en la palabra “lujuría”). El rico obedece fundamentalmente a su propio apetito, su "lujuria" porque sus necesidades básicas y de bienes están más que cubiertas, pero incluso estando en esta condición, nunca será exento de padecer el hambre lenitiva que afecta principalmente a la población marginal.

El hambre y su no satisfacción (El coste), es uno de los principales óbices para el desarrollo físico y mental del ser humano, siendo el hambre lenitiva a nivel individual la que más impide la realización del individuo y a nivel colectivo, el hambre que acompaña la no suplencia de las necesidades más básicas es el obstáculo más grande. Cabe mencionar que al estar en el tercer o cuarto orden, al ser humano le costará mucho menos llegar a una meta de autorrealización, (Que no es otra cosa que el estar conforme con uno mismo y los demás), esto explicaría porque las personas adineradas suelen ser más tranquilas y agradecidas por lo que tienen en la vida, mientras que una vida que nos distancie de esta realización, no hará más que llenarnos de profundo resentimiento, desde luego esta reflexión no es generalizada.

 

EL HAMBRE Y SU COSTE

Holomodor, Ucrania 1932, se estima que más de un millón y medio de personas murieron en Ucrania, a causa de la hambruna que azotó a ese país entre 1932 y 1933, resultado del proceso de colectivización de la tierra por parte de la Unión Soviética (Anexada desde 1922 tras la derrota separatista de la guerra bolchevique ucraniana), varios factores jugaron en esta tragedia que es considerada por muchos como “genocidio”, siendo los dos principales, el proceso forzado de colectivización de las granjas que llevó a cabo Josif Stalin, y los kulaks, que eran grandes hacendados que, en respuesta a esta política en el cuál se involucraba el conflicto étnico de rusos y ucranianos de siempre, quemaron sus cosechas y sacrificaron sus animales. La falta de alimentos también fue producto de los decomisos de la dictadura soviética, el asesinato de campesinos de varias etnias (kazajos, rusos y ucranianos) y el desplazamiento de los mismos de sus tierras originarias. El coste de la hambruna en ucrania se tradujo en la pérdida de millones de vidas, pero también en un gran golpe a su cultura e identidad, por un lado, tenemos a un gobierno déspota y por otro, a un grupo de grandes terratenientes que prefirieron el hambre de su propio pueblo a entregar sus propiedades al autoritarismo soviético.

Ebru Timtik, abogada y miembro de un colectivo de abogados progresistas en Turquía, murió en agosto de 2020 luego de llevar una huelga de hambre desde enero de ese año, sus peticiones al gobierno turco era el derecho a un justo juicio para ella y los opositores al gobierno de Recep Erdogan, ya que tanto ella como otros abogados habían ido a prisión por pertenecer supuestamente al DHKP-C, partido declarado ilegal por el gobierno. Como se puede ver en este como en muchos otros casos, es la lucha la que lleva al hambre, en vez de ser lo contrario.

El ayuno, ritual practicado por diversas religiones en el mundo, especialmente el islam, consiste en dejar de comer durante varias horas, incluso días. En la tradición islámica, el ayuno es una forma, de purificarse, de alejarse de las cosas mundanas y acercarse más espiritualmente a Dios. En los 30 días que dura el Ramadán, los creyentes dejan de comer en horas del día, el hambre que sentirán durante las jornadas a lo largo de los 30 días deberán ir acompañados de oraciones, de obras de caridad y peregrinaciones. Es un sacrificio que se hace en cumplimiento del mandato, la fe y sobre todo, para fortalecer su espiritualidad.

La narrativa del hambre es una de la más poderosas en todos los ámbitos sociales y culturales del ser humano, el coste implica una serie de los más variopintos factores, el coste se basa principalmente en la capacidad de suplir dicha hambre, siendo en sí la “plena satisfacción”. En la pirámide de Maslow se hace una relación directa entre la motivación que lleva a la satisfacción de 5 niveles de necesidades según el psicólogo Abraham Maslow, lo cual apunta a la subjetividad del coste, que a su vez está relacionado con el valor subjetivo de los objetos del cuál, varias escuelas económicas han hablado, especialmente la escuela económica austriaca, y es por eso que también podemos atribuir un valor subjetivo al hambre porque en muchos casos, somos nosotros quienes le ponemos el precio. El “hambre lenitiva” es de por sí el hambre más subjetiva, porque esta busca satisfacer la demanda emocional que tenemos por objetos, por circunstancias o personas, es la que a diario intentamos aplacar utilizando un amplio espectro de elementos capaces de “repeler” la ansiedad que esta nos produce. Esta hambre lenitiva que va ligada a la crisis existencial, y que desde el nacimiento de las primeras grandes civilizaciones ha acompañado al ser humano, es producto de la brecha social, esto es: una entidad todopoderosa y paternalista (El estado y la sociedad en conjunto), predominante hoy por hoy, es como el padre que ha abandonado a su hijo (El individuo) y de vez en cuando le “escribe”, pero sin atenderlo y en la mayoría de casos, ni siquiera vela por su bienestar. Esta brecha tiene que ver más directamente con el poder adquisitivo y la identidad que sienta sus bases sobre la misma, algo que nos resulta fácil ejemplarizar con el estatus social (Una asignación propia de la sociología) en la que vemos cómo el individuo se ha fragmentado así mismo y es causa de muchas de las problemáticas que agobian a las civilizaciones modernas, especialmente las más pobres.

Según las Naciones Unidas, en 2021 se registró que alrededor de 828 millones de personas padecen hambre en el mundo (El hambre dentro de las estadísticas se cuenta como “malnutrición” y tiene variaciones), teniendo en cuenta que desde comienzos de la pandemia hubo un aumento de 150 millones personas con el “déficit alimentario”, esto quiere decir que casi el 10% de la población mundial padece de hambre. Para dimensionar la grave problemática de esta situación, las siguientes cifras: 45 millones de niños en todo el mundo menores de 5 años sufren de emaciación, que es la forma más mortífera de desnutrición, 149 millones de niños menores de 5 años padecieron de mal desarrollo en el crecimiento, a falta de los nutrientes esenciales (Fuente SOFI 2022), un completo absurdo cuando según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza, en el mundo se desperdician casi 2.500 millones de toneladas de alimentos, es decir el 40% de los que se cultiva.

Es curioso ver que el planeta está en condiciones de suplir el hambre básica de todos los seres humanos, para ello necesitamos conciencia y voluntad (Que llevan a la empatía) y para suplir el hambre lenitiva, aquella que pretende cubrir las brechas existenciales, (sanar las heridas del alma) necesitamos exactamente lo mismo, que nos planteemos la idea de que muchas cosas no las necesitamos en realidad, lo que muchos psicólogos y estudiosos del budismo identifican como “desapego”. Una actitud arrogante y egoísta, un híper individualismo junto a la codicia que tanto nos ciega, nos aleja de la posibilidad de lograr reducir el alto coste que implica el estar hambriento.

 

 

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