Con esta breve reflexión no pretendo generalizar que el sistema democrático representativo es un sistema obsoleto e innecesario puesto que su ineficacia solo dependerá de factores diversos como el nivel educativo, las dimensiones, la cultura etc. de cada país. La siguiente critica se aplica a países de tercer mundo especialmente de Latinoamérica donde se ha ido presenciando con los años “el declive del hombre público”, la corrupción de la institucionalidad y el extravío del ideal político, con el fin de dar una luz a la problemática de la política que vive actualmente nuestro continente.
En la constitución de casi todos los países democráticos, el derecho al sufragio es universal y se considera inalienable e incluso obligatorio, pero si bien el sufragio de mano con nuestro libre albedrío es un derecho y un deber civil ¿Se le puede considerar un derecho digno?, ¿es capaz el voto de construir una “democracia” ?, ¿A quiénes beneficia realmente?, ¿Debería ser el voto obligatorio?, ¿Se pierden derechos al no votar?, ¿Votar, votar en blanco o no votar? ¿Qué alternativas tenemos al sistema democrático por sufragio? A continuación, responderé según mi concepción una a una cada de estas preguntas.
EL VOTO ¿UN DERECHO DIGNO?
Ya lo había expresado Sócrates a través de su discípulo Platón, el voto se
convierte en un problema cuando no existe educación, cuando se le da el poder
de votar a personas sin plena capacidad de elegir bajo a un criterio o sin un
mínimo conocimiento en política, la democracia se convierte en un problema ya
que quedaría en manos de la decisión de la mayoría incapaz de hacer una buena
elección de sus representantes. De ahí
parte la cuestión si es realmente un derecho digno el votar porque dentro del
voto existe cierta desproporción cuando los intereses de un amplio grupo
rebasan a una minoría, siendo básicamente una competencia donde se impone “el
más fuerte”, de hecho, esto ha sido un gran referente dentro de la discusión
del utilitarismo (Doctrina que defiende el interés de la mayoría) Es difícil considerar un derecho cuando se
viola el principio de proporcionalidad, cuando el derecho de uno vulnera el de
otros, por esa razón el voto no debería ser considerado como un derecho digno
ni mucho menos una obligación. Entonces ¿Qué es el voto? Es simplemente una
herramienta de la democracia.
¿PODEMOS CONSTRUIR
“DEMOCRACIA” CON EL VOTO?
Muchas doctrinas políticas son por así decirlo “utópicas” y esto se debe a
que la política está fuertemente ligada al ethos
humano, por lo que es casi imposible hallar un sistema de gobierno que pueda
abarcar todas las problemáticas humanas sin que este caiga en su principal
vicio, EL PODER. La democracia es uno de
estas “utopías”, comenzando porque el voto es el que le da el cuerpo a esta poco
confiable forma de gobierno, el voto es
más un acto fidedigno que sustenta un sistema que lo rebasa, básicamente el
voto pierde todo su poder frente a la inmensa maquinaria del estado, (el leviatán
de Hobbes), al final dicha maquinaria terminará siendo maniobrada por unos
pocos, defendida por el “principio de institucionalidad” (Esto es, al ser la
institución como algo universal, prácticamente un objeto inamovible)
condiciones suficientes para contrarrestar una participación más equitativa en
la toma de decisiones. La democracia
como bien podemos darnos cuenta en su etimología no es el gobierno del pueblo
sino de un pequeño grupo y el voto es simplemente el medio de consenso para
avalarlo y permitirlo.
¿A QUIÉNES BENEFICIA
REALMENTE EL VOTO?
Como se había dicho antes, el voto es un acto firmado en el que aceptamos
los términos para confiar a un grupo de personas la solución de los problemas
del estado y este grupo por lo general no está allí por los intereses del
pueblo (que son múltiples y variados) sino en velar por los intereses en primer
lugar de la institucionalidad (Pilares de la maquinaria estatal) y en segundo,
de todo aquello que se considere como sostén de los cimientos de la economía,
de hecho en la práctica, la política es
más económica que social y es por eso que la democracia termina siendo manejada
por los grandes empresarios, los poseedores de tierra y el capital. Esto se
hace evidente con las políticas del banco central, los rescates financieros, los
subsidios a las grandes empresas y en pocos casos a medidas proteccionistas. La política social queda por debajo de la
económica, quedando reducida al riguroso acto legislativo, a la opresión
judicial y a los débiles programas del asistencialismo.
OBLIGATORIEDAD EN EL VOTO
¿POR QUÉ NO?
El voto obligatorio ha sido tema de debate por muchos años y posiblemente
se haya llevado a la práctica sin obtener un resultado satisfactorio, porque
independientemente que sea obligatorio o no, siempre nos va a llevar por el
mismo camino y hacia el mismo lado: la “democracia”. El voto obligatorio solo
reafirma y da más poder a este contrato social cuasi leonino, como ya lo
habíamos dicho antes, el sufragio solo PODRÍA funcionar en un sistema donde la
educación haya llegado a toda la gente, donde todos tuvieran la capacidad de
razonar para no cometer errores eligiendo y eso es muy difícil de lograr. Resulta incoherente obligar a la gente a
votar dentro de una “democracia”.
¿SE PIERDEN DERECHOS AL NO
VOTAR?
Esto tiene que ver mucho con el punto anterior porque DECIR QUE VIVIMOS EN
UN ESTADO DEMOCRÁTICO Y JUSTO, DONDE VOTAR SEA UNA OBLIGACIÓN, Y DECIR QUE SE
PIERDE EL DERECHO A EXIGIR POR NO HABER VOTADO ES BÁSICAMENTE LO MISMO, una
desproporción, algo incoherente y con un sentido pretencioso. Para mitigar esto se inventó el VOTO EN
BLANCO, brillante treta de los plutócratas que hace creer a la gente “incrédula”
del sistema de sufragio representativo, (incluidos los que se hacen llamar
“apolíticos”) que su decisión cuenta dentro del sistema. Nuevamente al igual que la obligatoriedad
del voto, lo único que hace votar en blanco es mantenernos en este sistema
donde bajo un engañoso consenso le damos el poder a unos pocos para que sus
decisiones rebasen las del pueblo. Nadie pierde su derecho a exigir a sus
gobernantes por no votar o no haber votado por ellos, porque de ser así nuestro
principio de ciudadanos libres con derechos estaría siendo vulnerado y las
acciones omisivas de dicho gobernante solo estaría ratificando un abuso de su
poder que podría incluso llegar a constituir una híper-presidencia (o en el
peor de los casos la dictadura). Así que desde ahora es bueno ir pensando que la
decisión de no votar o votar en contra del gobernante de turno no vulnera el
derecho a exigirle porque DENTRO DE SU
JURAMENTO COMO FUNCIONARIO AL SERVICIO DEL ESTADO SE PRIORIZA SU DEBER PARA
GOBERNAR CON JUSTICIA Y SABER PARA TODOS LOS CIUDADANOS.
ENTONCES ¿VOTAR, VOTAR EN
BLANCO O NO VOTAR?
NO VOTAR, no dar más nuestra firma, nuestro consentimiento, no reducir nuestro subestimado potencial
político a un voto que solo sirve para sostener un sistema estancado en la
vieja institucionalidad (Las ramas del poder), que solo elije representantes de
una minoría dentro de lo pragmático y una mayoría bajo lo dogmático, el voto de la mayoría es especulativo y los
que terminan gobernando son los especuladores. El voto se ha convertido en
el circulo vicioso de la política ineficiente. El sistema de votación libre
solo alimenta al poder y estanca al sistema, colocándonos a expensas del
estatismo y su opresión.
¿QUÉ ALTERNATIVAS TENEMOS AL
SISTEMA DEMOCRÁTICO POR SUFRAGIO?
Uno de los grandes problemas que tiene el voto democrático, además de los
expuestos anteriormente es el carácter cuantitativo del voto que se superpone
al cualitativo, esto se debe esencialmente al factor social de la
sobrepoblación, en países con grandes grupos sociales y altos niveles de
desigualdad termina el principal mecanismo democrático por caer en el error de
una democracia mal elegida y como tal, MAL REPRESENTADA.
Debido a esta sobrepoblación el voto pierde control y termina por
convertirse en un acto cuasi obligado, para recibir favores inmediatos,
anulando toda consciencia sobre el mismo, se termina convirtiendo en una
especie de mercancía. La cultura del voto, así como la educación es muy difícil
de incentivar en un país donde habiten muchas personas a la par de que
predomine la pobreza.
Una de las consecuencias más visibles de esta problemática es el
abstencionismo, superando en la mayoría de casos a la cantidad total de
votaciones. El abstencionismo es el resultado inmediato de una democracia
fallida, de un sistema que cada día más va perdiendo credibilidad y como
resultado nefasto de esta dinámica, las elites poderosas optaran por establecer
un autoritarismo particularmente consensado, (Un caso reciente es en el que se obliga
a la población a vacunarse)
Entonces si el voto democrático no es bueno para ciertas democracias ¿Cómo
podría corregirse? ¿Existen otras alternativas a este sistema? Como se dijo
antes la democracia representativa podría funcionar mientras todos los
ciudadanos pudieran gozar de las mismas condiciones educativas, orientadas
hacia la formación política con criterio, pero en algunos países esto resulta
muy difícil de lograr (Especialmente en los países más pobres).
Se ha hablado mucho de la democracia ateniense en la que no se elige a un representante de gobierno
que llega al poder por votación bajo ciertas promesas, sino a un funcionario
delegado para un cargo público, precisamente bajo este concepto de “carga” es
decir, que ya no son las promesas las que acreditan a este representante sino
su capacidad para gestionar el cargo que se le otorga, la carga se refiere
específicamente a su comprometedor deber de ejercer su cargo, con la premisa de
no cumplir satisfactoriamente con sus funciones tendrá que llevar la carga de
sus errores, su ineptitud o sus faltas u omisiones con el castigo. Sin
embargo, esto tampoco podría ser satisfactorio ya que permanece sujeto a las
condiciones del voto, además el ho
buolomenos, el aspirante a ese cargo podría ocultar intereses personales
tanto de él como de otro grupo de personas, pudiendo convertirse en una especie
de chivo expiatorio de intereses no particulares.
Una de las alternativas sería hacer un híbrido entre el modelo de “carga
pública” y de gobierno del pueblo donde el cabildeo pertenezca a la mayoría y
no a grupos sectarios, partidos políticos, tanques de pensamiento, etc. Para
procurar una mayor eficiencia se tendría que descentralizar el gobierno y dar
mayor autonomía a las regiones. Los consejos, foros o asambleas estarían
establecidos partiendo desde los más pequeños hasta los más grandes en cuanto a
la región. La finalidad de esas
reuniones sería llegar a establecer las decisiones prioritarias en la política.
También se ha planteado un gobierno de “auto-representación política” donde
básicamente, son las personas, el pueblo y no los representantes quienes
impulsarían las leyes en base a sus necesidades, algo similar se plantea con el
concepto de “economía participativa o PARECON”, pero en este caso se aplicaría
esencialmente a la política.
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