viernes, 14 de enero de 2022

EL DERECHO A NO VOTAR

Con esta breve reflexión no pretendo generalizar que el sistema democrático representativo es un sistema obsoleto e innecesario puesto que su ineficacia solo dependerá de factores diversos como el nivel educativo, las dimensiones, la cultura etc. de cada país. La siguiente critica se aplica a países de tercer mundo especialmente de Latinoamérica donde se ha ido presenciando con los años “el declive del hombre público”, la corrupción de la institucionalidad y el extravío del ideal político, con el fin de dar una luz a la problemática de la política que vive actualmente nuestro continente. 

En la constitución de casi todos los países democráticos, el derecho al sufragio es universal y se considera inalienable e incluso obligatorio, pero si bien el sufragio de mano con nuestro libre albedrío es un derecho y un deber civil ¿Se le puede considerar un derecho digno?, ¿es capaz el voto de construir una “democracia” ?, ¿A quiénes beneficia realmente?, ¿Debería ser el voto obligatorio?, ¿Se pierden derechos al no votar?, ¿Votar, votar en blanco o no votar? ¿Qué alternativas tenemos al sistema democrático por sufragio? A continuación, responderé según mi concepción una a una cada de estas preguntas.

EL VOTO ¿UN DERECHO DIGNO?

Ya lo había expresado Sócrates a través de su discípulo Platón, el voto se convierte en un problema cuando no existe educación, cuando se le da el poder de votar a personas sin plena capacidad de elegir bajo a un criterio o sin un mínimo conocimiento en política, la democracia se convierte en un problema ya que quedaría en manos de la decisión de la mayoría incapaz de hacer una buena elección de sus representantes. De ahí parte la cuestión si es realmente un derecho digno el votar porque dentro del voto existe cierta desproporción cuando los intereses de un amplio grupo rebasan a una minoría, siendo básicamente una competencia donde se impone “el más fuerte”, de hecho, esto ha sido un gran referente dentro de la discusión del utilitarismo (Doctrina que defiende el interés de la mayoría) Es difícil considerar un derecho cuando se viola el principio de proporcionalidad, cuando el derecho de uno vulnera el de otros, por esa razón el voto no debería ser considerado como un derecho digno ni mucho menos una obligación. Entonces ¿Qué es el voto? Es simplemente una herramienta de la democracia.

¿PODEMOS CONSTRUIR “DEMOCRACIA” CON EL VOTO?

Muchas doctrinas políticas son por así decirlo “utópicas” y esto se debe a que la política está fuertemente ligada al ethos humano, por lo que es casi imposible hallar un sistema de gobierno que pueda abarcar todas las problemáticas humanas sin que este caiga en su principal vicio, EL PODER.  La democracia es uno de estas “utopías”, comenzando porque el voto es el que le da el cuerpo a esta poco confiable forma de gobierno, el voto es más un acto fidedigno que sustenta un sistema que lo rebasa, básicamente el voto pierde todo su poder frente a la inmensa maquinaria del estado, (el leviatán de Hobbes), al final dicha maquinaria terminará siendo maniobrada por unos pocos, defendida por el “principio de institucionalidad” (Esto es, al ser la institución como algo universal, prácticamente un objeto inamovible) condiciones suficientes para contrarrestar una participación más equitativa en la toma de decisiones. La democracia como bien podemos darnos cuenta en su etimología no es el gobierno del pueblo sino de un pequeño grupo y el voto es simplemente el medio de consenso para avalarlo y permitirlo.

 

¿A QUIÉNES BENEFICIA REALMENTE EL VOTO?

Como se había dicho antes, el voto es un acto firmado en el que aceptamos los términos para confiar a un grupo de personas la solución de los problemas del estado y este grupo por lo general no está allí por los intereses del pueblo (que son múltiples y variados) sino en velar por los intereses en primer lugar de la institucionalidad (Pilares de la maquinaria estatal) y en segundo, de todo aquello que se considere como sostén de los cimientos de la economía, de hecho en la práctica, la política es más económica que social y es por eso que la democracia termina siendo manejada por los grandes empresarios, los poseedores de tierra y el capital. Esto se hace evidente con las políticas del banco central, los rescates financieros, los subsidios a las grandes empresas y en pocos casos a medidas proteccionistas. La política social queda por debajo de la económica, quedando reducida al riguroso acto legislativo, a la opresión judicial y a los débiles programas del asistencialismo.

OBLIGATORIEDAD EN EL VOTO ¿POR QUÉ NO?

El voto obligatorio ha sido tema de debate por muchos años y posiblemente se haya llevado a la práctica sin obtener un resultado satisfactorio, porque independientemente que sea obligatorio o no, siempre nos va a llevar por el mismo camino y hacia el mismo lado: la “democracia”. El voto obligatorio solo reafirma y da más poder a este contrato social cuasi leonino, como ya lo habíamos dicho antes, el sufragio solo PODRÍA funcionar en un sistema donde la educación haya llegado a toda la gente, donde todos tuvieran la capacidad de razonar para no cometer errores eligiendo y eso es muy difícil de lograr. Resulta incoherente obligar a la gente a votar dentro de una “democracia”.

¿SE PIERDEN DERECHOS AL NO VOTAR?

Esto tiene que ver mucho con el punto anterior porque DECIR QUE VIVIMOS EN UN ESTADO DEMOCRÁTICO Y JUSTO, DONDE VOTAR SEA UNA OBLIGACIÓN, Y DECIR QUE SE PIERDE EL DERECHO A EXIGIR POR NO HABER VOTADO ES BÁSICAMENTE LO MISMO, una desproporción, algo incoherente y con un sentido pretencioso. Para mitigar esto se inventó el VOTO EN BLANCO, brillante treta de los plutócratas que hace creer a la gente “incrédula” del sistema de sufragio representativo, (incluidos los que se hacen llamar “apolíticos”) que su decisión cuenta dentro del sistema. Nuevamente al igual que la obligatoriedad del voto, lo único que hace votar en blanco es mantenernos en este sistema donde bajo un engañoso consenso le damos el poder a unos pocos para que sus decisiones rebasen las del pueblo. Nadie pierde su derecho a exigir a sus gobernantes por no votar o no haber votado por ellos, porque de ser así nuestro principio de ciudadanos libres con derechos estaría siendo vulnerado y las acciones omisivas de dicho gobernante solo estaría ratificando un abuso de su poder que podría incluso llegar a constituir una híper-presidencia (o en el peor de los casos la dictadura). Así que desde ahora es bueno ir pensando que la decisión de no votar o votar en contra del gobernante de turno no vulnera el derecho a exigirle porque DENTRO DE SU JURAMENTO COMO FUNCIONARIO AL SERVICIO DEL ESTADO SE PRIORIZA SU DEBER PARA GOBERNAR CON JUSTICIA Y SABER PARA TODOS LOS CIUDADANOS.

 

ENTONCES ¿VOTAR, VOTAR EN BLANCO O NO VOTAR?

NO VOTAR, no dar más nuestra firma, nuestro consentimiento, no reducir nuestro subestimado potencial político a un voto que solo sirve para sostener un sistema estancado en la vieja institucionalidad (Las ramas del poder), que solo elije representantes de una minoría dentro de lo pragmático y una mayoría bajo lo dogmático, el voto de la mayoría es especulativo y los que terminan gobernando son los especuladores. El voto se ha convertido en el circulo vicioso de la política ineficiente. El sistema de votación libre solo alimenta al poder y estanca al sistema, colocándonos a expensas del estatismo y su opresión.

¿QUÉ ALTERNATIVAS TENEMOS AL SISTEMA DEMOCRÁTICO POR SUFRAGIO?

Uno de los grandes problemas que tiene el voto democrático, además de los expuestos anteriormente es el carácter cuantitativo del voto que se superpone al cualitativo, esto se debe esencialmente al factor social de la sobrepoblación, en países con grandes grupos sociales y altos niveles de desigualdad termina el principal mecanismo democrático por caer en el error de una democracia mal elegida y como tal, MAL REPRESENTADA.

Debido a esta sobrepoblación el voto pierde control y termina por convertirse en un acto cuasi obligado, para recibir favores inmediatos, anulando toda consciencia sobre el mismo, se termina convirtiendo en una especie de mercancía. La cultura del voto, así como la educación es muy difícil de incentivar en un país donde habiten muchas personas a la par de que predomine la pobreza. 

Una de las consecuencias más visibles de esta problemática es el abstencionismo, superando en la mayoría de casos a la cantidad total de votaciones. El abstencionismo es el resultado inmediato de una democracia fallida, de un sistema que cada día más va perdiendo credibilidad y como resultado nefasto de esta dinámica, las elites poderosas optaran por establecer un autoritarismo particularmente consensado, (Un caso reciente es en el que se obliga a la población a vacunarse)

Entonces si el voto democrático no es bueno para ciertas democracias ¿Cómo podría corregirse? ¿Existen otras alternativas a este sistema? Como se dijo antes la democracia representativa podría funcionar mientras todos los ciudadanos pudieran gozar de las mismas condiciones educativas, orientadas hacia la formación política con criterio, pero en algunos países esto resulta muy difícil de lograr (Especialmente en los países más pobres).

Se ha hablado mucho de la democracia ateniense en la que no se elige a un representante de gobierno que llega al poder por votación bajo ciertas promesas, sino a un funcionario delegado para un cargo público, precisamente bajo este concepto de “carga” es decir, que ya no son las promesas las que acreditan a este representante sino su capacidad para gestionar el cargo que se le otorga, la carga se refiere específicamente a su comprometedor deber de ejercer su cargo, con la premisa de no cumplir satisfactoriamente con sus funciones tendrá que llevar la carga de sus errores, su ineptitud o sus faltas u omisiones con el castigo. Sin embargo, esto tampoco podría ser satisfactorio ya que permanece sujeto a las condiciones del voto, además el ho buolomenos, el aspirante a ese cargo podría ocultar intereses personales tanto de él como de otro grupo de personas, pudiendo convertirse en una especie de chivo expiatorio de intereses no particulares.

Una de las alternativas sería hacer un híbrido entre el modelo de “carga pública” y de gobierno del pueblo donde el cabildeo pertenezca a la mayoría y no a grupos sectarios, partidos políticos, tanques de pensamiento, etc. Para procurar una mayor eficiencia se tendría que descentralizar el gobierno y dar mayor autonomía a las regiones. Los consejos, foros o asambleas estarían establecidos partiendo desde los más pequeños hasta los más grandes en cuanto a la región.  La finalidad de esas reuniones sería llegar a establecer las decisiones prioritarias en la política.

También se ha planteado un gobierno de “auto-representación política” donde básicamente, son las personas, el pueblo y no los representantes quienes impulsarían las leyes en base a sus necesidades, algo similar se plantea con el concepto de “economía participativa o PARECON”, pero en este caso se aplicaría esencialmente a la política.

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