Para explicar que
los contenidos violentos dentro del cine, la televisión, los libros etc. -entre
un amplio espectro de tópicos- tiene una finalidad similar a lo que era la
“purificación” en la tragedia aristotélica, se ha creado la llamada “teoría de
la catarsis”, la que ha generado diversos debates dentro de los estudiosos de
la psicología social, ya que algunos consideran que la violencia dentro del
marco del deseo mimético (Aquel que compartimos todos por objetividad) media
como una liberadora de impulsos agresivos.
Para comprender más
este fenómeno de la psicología y que hace parte de la trama de la sociedad de
ficción que vivimos, me he atrevido a encontrar un término que defina este tipo
de “catarsis violenta”. Para eso he utilizado el prefijo que compone la palabra
violencia, la cual viene del latín violentia,
(vis=fuerza y olentus=abundante.) Entonces conformé el término vi-tarsis, que
es una composición entre violencia y catarsis. Me parece adecuado, si se me
permite, dar una identidad única y ponderable a esta “purificación violenta” dado
que ella opera en nuestra mente de una manera especial y objetiva (Algo que se
explicará más adelante), a su vez que mediante esta denominación podríamos
explicarnos, porque la mayoría de las temáticas de ficción en todos sus géneros
giran en torno a la muerte y los acontecimientos violentos.
Muchos podrían
pensar que el proceso de apropiar un concepto mediante la creación de una
palabra inexistente es algo superficial y casual, que solo obedece a la
intelectualidad personal y su deseo de reconocimiento, no obstante, aclaro a
continuación que haber llegado a este neologismo es el resultado de un proceso
mental que lleva años, de una idea que se ha ido construyendo tras horas de
pensar, de hacer constantes lecturas al hombre y su papel en la nueva sociedad,
también es producto de las vivencias personales y sus conflictos.
Todo comienza
dentro del proceso creativo. Sin la experiencia respecto al mismo habría sido
difícil llegar a esta razón, porque, una cosa es interpretar y otra muy
distinta crear. Es interesante ver todo este cruce de palabras, cuando uno “cree”,
interpreta el mundo a su manera en base a lo que conoce y desconoce, se llega a
la incertidumbre, cuando uno “crea” es
casi inevitable entrar en conflicto con uno mismo, porque ya no es la duda sino
las ideas las que chocan unas con otras, se puede alcanzar la verdad. Un
ejemplo de esto lo dan los mismos estudiosos de Carlos Marx, que dentro de su
análisis se dan cuenta que a través de los años las ideas de este pensador
fueron evolucionando, es decir estuvieron sujetas a cambios que muy poco tenían
que ver con sus lineamientos iniciales. Esto sucede porque el ejercicio de
creer, pensar, crear y dialogar es un ejercicio mental donde constantemente se
están generando ideas, ejemplo, muchas personas podrían creer que una
conversación simplemente es un intercambio de experiencias o información, pero
lo que sucede es que por cada dialogo que tenemos (Sea este interno o externo)
nuestro pensamiento se va edificando a sí mismo. En este momento es cuando yo debería
citar algún autor que se especialice en este tema, pero dado que no tengo mucho
conocimiento, simplemente me limitaré a no desviar más la atención del asunto y
centrarme de cómo el conflicto dentro del proceso creativo me conlleva a crear este
neologismo: VITARSIS.
Resulta que como
estos años he estado ejerciendo el oficio de escritor de ficción, llegué a ver
que la temática de mi obra era recurrente en el tema de la violencia y los
asuntos degradantes en el ser humano, algo así como lo que por hoy se conoce
como “literatura de explotación”. Entonces llega el conflicto, pero no solo
cuando me he dado cuenta que lo que escribo es casi una apología a la muerte y
la violencia, sino cuando observo que en el mundo de la ficción literaria, la
temática principal es lo malo del ser humano, y pues lo malo del ser humano es
la violencia, que es el “efecto de sus defectos”, la obertura y el final de las
más bajas pasiones, parece que todo dentro de esta ficción tiende a comenzar
con un crimen, un asesinato para ser exactos y al final todo termina en una
situación cómica donde los héroes triunfan y los malvados son castigados
(Catarsis)
Verme en todo este
material explicito, violento, hiriente, macabro y perverso me ha hecho abrir los
ojos ante la realidad del mundo, que, como una película del género splatter,
está saturado de contenidos violentos casi sin sentido y esto me lleva a
reflexionar no solo acerca de por qué abundan dentro de la ficción y sus
géneros, sino cuáles son sus posibles efectos y si acaso tienen alguna
finalidad más allá de “entretener”.
Para comenzar haré
simplemente un ejercicio gramatical. Antes de ver una película, una serie etc.
solíamos encontrar el aviso de advertencia de “Contenido violento o explícito”,
si nos remitimos nuevamente a la etimología de la palabra violencia, vemos que
realmente todo aquello que tienda a ser violento, no necesariamente tiene que
ver con la agresividad de un acto malévolo, puesto que violencia significa
“abundancia de fuerza” esto es notable porque podemos decir que una “tormenta
es violenta”, o sea que viene con mucha fuerza, o podemos determinar un
“violento despertar” que no necesariamente tiene que ver con una revuelta
sangrienta, sino, que ha venido con mucha fuerza o ímpetu. No obstante aquí encontramos
la primer señal de cómo la violencia del cine, la televisión, los videojuegos
vienen de antemano con una máscara, porque realmente no se trata de un
contenido violento (De abundante fuerza) sino más bien un contenido malvado,
perverso, degradante etc. desde luego que los productores de esta ficción, no
les convendría de a mucho colocar en la advertencia “Contenido perverso y
malvado que puede herir su sensibilidad”, nos damos cuenta aquí de como nuestro
concepto de violencia comienza a ser enrarecido de manera arbitraria.
Es importante
separar lo que es un acto violento y un acto agresivo, lo que representa la
fuerza y la maldad, la violencia hace un uso excesivo de la fuerza pero sin
distingo de sus agentes, todos los actos violentos a lo largo de la historia
humana (Guerras, hambrunas, colonización, revueltas etc.) han tenido siempre como
imperativo la naturaleza humana del pensamiento, (deseo, moral y ética,) de ahí
el problema de que al hablar de un acto violento o de violencia, omitamos la
naturaleza del mismo, por ende no deberíamos tratar a todos los géneros y sub
géneros de la ficción en relación, desde la simple perspectiva de la fuerza
sino de la maldad pura bajo todos sus conceptos.
Aunque bien esto es
apenas el comienzo de un ejercicio semántico, es importante comprenderlo porque
de aquí se despliega todo el proceso de permeabilización de la violencia-maldad
a través de la vitarsis, la única forma de ocultar una cosa efectivamente es
hacer que pase desapercibida y entonces nos encontramos dentro de la cartelera
comercial con el mal llamado, “cine de acción”, digo mal llamado porque su
trama gira en torno a la violencia-maldad y generalmente no hay trasfondo más
que el de la eterna confrontación entre los ejes del bien y del mal,
justificada en actos de extrema violencia. Entonces se hace necesario hablar un
poco de lo que representa la ficción de explotación, porque esta enmarca dentro
de sus contenidos temas relacionados con lo decadente en el ser humano, como
tal la violencia hace parte de sus tramas, la guerra y el crimen es un tema
recurrente en este tipo de ficción, entonces ¿Por qué no enmarcar el cine de
acción dentro de este género? Es muy simple, la formula se repite una y otra
vez, permear la violencia es el objeto de toda esta falsa gramática, si llamáramos
a las “películas de acción” “películas de explotación” es probable que el
público no las acogiera de la misma manera como lo suelen hacer, porque
explotación es sinónimo de todo lo degradante en el ser humano, en cambio el
concepto de violencia es más aceptable.
Con esto no
pretendo hacer que los que generadores de dichos contenidos en el cine, la
televisión, los libros etc., cambien la manera de definir sus creaciones o
productos, sino mostrarles como media la “ingeniería del consentimiento” al
entregarnos estos contenidos. Esta ingeniería base de las relaciones públicas es
capaz de vendernos un producto nocivo como algo totalmente inocuo, incluso algo
tan inherente a la cultura y el arte como lo es la ficción.
JUSTIFICACIÓN CIENTÍFICA DEL CONTENIDO VIOLENTO
Escena de la película gore "Hostal"
Muchas personas se
ha preguntado acerca de por qué nos atrae los contenidos relacionados con la
violencia, el terror, la sangre etc. Los científicos parecen tener la
respuesta. El profesor de psicología de la Universidad de Florida Dr. Andreas
Keil explica la función cerebral de la corteza visual y su importancia a la
hora de advertirnos acerca del peligro: "Cuando se percibe una amenaza, la corteza cerebral produce
neurotransmisores energizantes, como glutamato, dopamina y serotonina para
alertar al organismo y hacer que se mantenga fuera de peligro". Sin
embargo existe otro proceso paralelo dentro de esta percepción hostil de la
realidad, el cerebro ordena a la glándula renal a producir adrenalina, hormona
encargada de producir opioides y endorfinas, sustancias que producen en el
cuerpo una sensación de placer como respuesta ante el estrés o el dolor. Hasta aquí hablamos de un proceso normal
dentro del cerebro, lo curioso es lo que sucede cuando estamos frente a una
amenaza que no es real, un peligro ficticio, una situación violenta o
terrorífica dentro de un escenario virtual, como sucedería en una película de
terror o un videojuego. Cuando estamos frente a una amenaza “no real” el
cerebro libera un neurotransmisor conocido como GABA (ácido gama-aminobutírico)
que inhibe la respuesta al miedo, al mismo tiempo que reduce el estrés. Esta
sensación persistirá tal como lo explica la profesora de neurología del MIT, Ki
Ann Goosens "Se puede ser adicto a esa sensación y a la liberación de
adrenalina y endorfina que se produce". En pocas palabras los contenidos
violentos, terroríficos o gráficos paradójicamente nos pueden producir
sensaciones placenteras.
Pero un estudio
hecho por las investigadoras Anne Bartsch y Louis Mares de las universidades de
Augsburg y Wisconsin respectivamente, contemplan una explicación psicológica para
la pregunta de por qué los seres humanos nos interesamos en la violencia dentro
de la ficción: “Algunas representaciones
de violencia se perciben como algo significativo, emocionante y estimulante que
puede fomentar la empatía con las víctimas, la admiración por los actos de
valor y la belleza moral de cara a la violencia, o la auto-reflexión con
respecto a los impulsos violentos”, explica Bartsch.
Su estudio consiste
en mostrar a varios voluntarios de diversas edades los tráiler de diversas
películas de géneros violentos, para luego hacer un análisis de qué películas
según su contenido generaría más interés en estos espectadores. Se llegó a la
conclusión de que existe una motivación relacionada con la búsqueda de
respuestas y significados acerca de ciertas condiciones humanas, (como los
instintos básicos,) hay un interés acerca de los mismos porque representan al
ser humano en su naturaleza más primitiva. Esto genera pensamientos e
inquietudes en las personas, de ahí que busquen las respuestas en este tipo de
contenidos. Paralelamente se han encontrado otros motivos del por qué nos
atraen la violencia-maldad en la ficción y tiene que ver mucho con el suspenso,
más exactamente con la forma de cómo se desenvuelven los personajes dentro de
estas tramas. Este último podría explicar por qué muchas personas se sienten
atraídas por los videos de alto contenido gráfico, donde están implicados el
daño y terror de personas o animales (Material conocido como “snuff”.) Ver
estos videos o imágenes aparte de generar un torrente de sensaciones impelidas
por neurotransmisores, pueden también preparar la mente de las personas que
sienten de algún modo amenazadas, no necesariamente de violencia, sino aquella
que se enmarque dentro de una situación que le genere estrés y desasosiego.
Sería entonces esto, lo más parecido a lo que en la psicología se conoce como
estrategia de afrontamiento.
A lo largo de la
historia humana, hemos visto que la violencia se ha convertido prácticamente en
un ritual dentro de muchas culturas, incluso hasta nuestros días. El sacrificio
ha sido por excelencia el máximo ritual de consagración presente en gran parte
de las culturas antiguas. En torno a estas matanzas humanas había una intención
de apaciguar la ira de los dioses o buscar su favor. De esta manera es como el
sacrificio se estableció dentro del inconsciente colectivo como un arquetipo
íntimamente ligado a lo trascendental, formando parte dentro de nuestro
inconsciente personal y por lo tanto permanecerá de manera indefinida hasta
llegar a nuestra conciencia. Esto podría explicar por qué nos sentimos atraídos
hacia eventos o rituales enmarcados en la sangre, la muerte y la violencia
donde el sacrificio humano hace solo parte del sustrato. Mientras que en Grecia
florecía el teatro, en el Imperio Romano y también dentro de los pueblos
bárbaros, los espectáculos sangrientos comenzaban a establecer un arquetipo
donde el mal (Arquetipo de la sombra según Carl G. Jung) desencadena la
consumación de un acto violento. Al final, dicho acto terminará por ser
liberador ya que representa el triunfo del héroe (Otro de los arquetipos de
Jung)
Es así como nace la
catarsis violenta, la misma que hemos experimentado desde el Circo Romano, hasta
los ahorcamientos públicos en los Estados Unidos, la misma que prevalece en
nuestro días con espectáculos violentos como la Tauromaquia o el sangriento
festival de Gadhimai en Nepal, eventos a los que acudimos en masa por
considerar “ecuánimes” y que no son no son otra cosa más que un burdo
espectáculo de entretenimiento, visceral y macabro. Sin embargo al final, terminaron
por implantar en nuestra psique la justificación para cometer atrocidades, actos
de maldad indescriptible como un ritual necesario y liberador.
El hecho de que
ahora vivamos en un mundo más “vigilante” por así decirlo, ha reducido en parte
estos espectáculos, pero la pregunta es ¿Por qué predomina la violencia-maldad
en la cultura y el entretenimiento? ¿Acaso es algo que obedece solo a nuestra
implícita naturaleza o realmente existe un interés en recrear esta maldad a
través de los contenidos violentos?
Podemos usar como
referente al cine para obtener una respuesta. Los géneros que más audiencia reúne
son justamente acción y terror, las personas nos sentimos más a traídas hacia estos
por razones que ya hemos explicado, bien podríamos deducir que en principio
solo se trata de una estrategia de marketing para vendernos un “sangriento enlatado”, no obstante, citando al
historiador italiano Giaime Pala quien hace una crítica acerca del cine que
derivó del llamado “Sindrome de Vietnam”,
nos damos cuenta que los contenidos violentos se han enfocado en dar una
visión política, -de los Estados Unidos más exactamente -, cuyo sentido siempre
se ha endilgado hacia la supremacía de ese país. No fue un fenómeno nuevo, es
algo que venía de antes con películas como “El Nacimiento de una Nación” de
David W. Griffith relacionadas con el racismo, las películas western que
justificaban de alguna manera la matanza de los nativos y películas patriotas
como “1776” de Peter Hunt referentes a la independencia de los Estados Unidos,
este cine tenía como finalidad moldear el pensamiento político de los
estadounidenses desde comienzos del siglo pasado. Tras la derrota de este país
en la guerra de Vietnam, surgió un cine que trataba de hacer sinopsis de
aquella bajo el argumento del conflicto de los veteranos de guerra. Películas
como “Apocalypse Now” de Francis F. Coppola tenían un sentido mucho más crítico
mostrando por ejemplo la locura en torno a una guerra que se había perdido, “La
chaqueta metálica” de Stanley Kubrick hace un crudo retrato de la degradación
militar y como ellas nos encontramos con muchos más títulos. En respuesta a
este naciente inconformismo a finales de los 70 comenzaron a producirse
películas que buscaron reconciliar a los estadounidenses con esa derrota, es
decir a devolverles de alguna manera el patriotismo perdido a través de un
nuevo personaje que Pala llama “El Veterano vengador”. La creación de este
nuevo cine tenía una finalidad netamente política y no podríamos tener una
mejor referencia para encuadrar aquí lo que llamo vitarsis. Mediante un
contenido altamente violento y belicista se le hacía creer a los estadunidenses
que sin importar la derrota siempre iban a estar por encima de sus enemigos.
Este nuevo cine a su vez, abrió las puertas no solo al llamado cine de acción
sino que impulsó todo un fenómeno literario con libros como los de Tom Clancy,
donde comenzaba a imperar la hegemonía militar de los Estados Unidos.
"— Napalm, hijo; nada del mundo huele así. Me gusta el olor del napalm por la mañana."
A través de todas
las etapas del “séptimo arte” especialmente el norteamericano, podemos
contemplar que el cine no ha estado allí exclusivamente con el objeto de
entretener o contar una historia, a lo largo de su evolución y a la par con la
literatura siempre ha procurado generar un ideal dentro de la mente de las
personas, como una conmoción del “súper yo” tocando las fibras más frágiles de
las emociones y los deseos inconscientes, es gracias al cine que hoy tenemos
una amplia aceptación del cigarrillo, es gracias al cine de terror y
explotación que permeamos la violencia hacia la mujer (Simplemente hagan el
ejercicio de ver posters de cine de terror en todas sus épocas) es gracias al
cine de acción que nos convertimos en un tamiz para los conflictos bélicos,
esto último no sería posible sin la vitarsis, la purificación violenta del
espíritu que nos convierte en un canal de agresiones justificadas, en una época
que el hombre debería ya estar en aras de pacificarse y mostrar que por encima
de todo la racionalidad va más allá del uso de la fuerza, esta es una época en que
todos anhelamos paz y tranquilidad, no obstante, estamos ansiosos por ver a los
héroes de Marvel luchar contra enemigos invisibles, fascistas imaginarios y
falsos colonizadores cuando los verdaderos enemigos están arriba no con el
poder sino las leyes, nos encanta ver al hombre que empuña su arma al prójimo,
como un juez que con tan solo el accionar del gatillo soluciona las
problemáticas sociales, estamos en tiempos que anhelamos la justicia pero no
vemos más que la violencia como respuesta a la misma, queremos justificar las
guerra y la muerte desconociendo totalmente su dramático contexto. Eso
significa viatrsis.
EL ANTIHÉROE, COMODÍN DE LA VIOLENCIA JUSTIFICADA
"El castigador" y "Deadpool" don anti-héroes reconocidos de los comics
La máxima obra de la
literatura en la lengua española es sin duda “El Quijote de la Mancha”, también, uno de los más grandes antihéroes que han
sido creados. Este personaje opuesto al héroe “helénico”, se ha ido
transformando en nuestra evolución cultural. Hay cierta predilección de un
público culto hacia el antihéroe por tratarse de un personaje real y no
meramente fantasioso como el tradicional superhéroe que brilló en su esplendor
gracias a los comics de los años dorados de este género (A mediados del siglo
XX)
El antihéroe se
desmarca descaradamente del tradicional héroe helénico con grandes atributos de
fuerza y belleza y el posmoderno superhéroe, representando al ser humano con
virtudes y defectos, más defectos que virtudes y decisiones tanto actos
heroicos bastante cuestionables. El cowboy solitario del espagueti western
galopa bajo las penumbras del mal blandiendo su revolver para liquidar a los malvados, paralelamente al
samurái japonés conocido como ronin, “rebana”
a sus enemigos del feudo y la mafia yakuza, el “veterano vengador” héroe de
guerra olvidado que ahora lucha por sobrevivir usando lo único que aprendió en
la vida, y la mayor fábrica de antihéroes en la serie “The Walking dead” en la
que un mundo invadido por una plaga zombi convierte a gran parte de la
humanidad en héroes de actos réprobos, ha convertido a un personaje de ficción en una
justificación para la violencia. El mensaje que nos da el anti héroe es una
referencia al daño colateral, la doble moral, la justificación del
“problema-reacción-solución”, la legítima defensa, el concepto de “si vis pacem, para bellum”, todo esto lo
puede justificar en su influjo, cualquiera que sea humano es libre de cometer
una acto de maldad o violencia indescriptible, es por eso que el antihéroe se
ha convertido en el personaje por excelencia para provocar la vitarsis, pues
justifica toda esa maldad a través de la violencia, la literatura que gira en
torno a él nos ayuda no solo a liberar nuestros impulsos agresivos y a
distorsionar la realidad mediante mecanismos narcisistas (Evasión de la realidad)
sino también a permear la violencia que nos rodea y sus principales agentes.
No pretendo
despejar el mundo de la ficción que nos rodea de sus habituales héroes, ni de sus
tramas que se devanan entre los pasillos oscuros de la mente humana, ni de los
actos donde la supremacía de la fuerza se alza sobre todas las luchas, ni mucho
menos el constante ejercicio de examinar nuestras conductas y mostrar al ser
humano como una plaga que azota nuestro mundo, la crítica a la vitarsis no es
más que un análisis del contenido de la ficción que inunda a nuestra cultura, en
un mundo donde prevalece la violencia y el mal también se encuentran las
virtudes y el deseo común de paz y bienestar, podemos hacer una nueva ficción
dónde en vez de resaltar nuestras más primitivas pulsiones y defectos,
ensalcemos nuestras virtudes y valores, es un gran desafío para todo escritor,
para todo artista, lograr ese interés en un contenido más positivo, sin caer
dentro del conflicto y la complejidad de nuestra conducta.
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