viernes, 31 de agosto de 2018

SOMOS DUEÑOS DE LA FICCIÓN Y LA FICCIÓN ES DUEÑA DE NOSOTROS



“Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que nada es real”. Esta frase extraída del cuento del escritor argentino Luis Borges, “El Inmortal” no podría explicar de mejor forma cómo se constituye nuestra sociedad en el mundo moderno, un mundo que para sostenerse en sus cimientos necesita ser “cautivo y controlado”. Aunque la trama del relato perteneciente al libro “El Aleph” se enfoca a lo existencial, Borges no deja de contemplar dentro de esta cita que la realidad solo discurre dentro de nuestras mentes, esto es indudablemente lo que hace posible una sociedad de realidades alternadas como la nuestra, la sociedad de la ficción.



La ficción domina nuestra cultura, es el eje de lo artístico, la mímesis de lo cotidiano y también lo ontológico, está en los libros, la televisión, la radio, en el cine, en nuestras propias habladurías, pero no es algo exclusivo de la imaginería humana, la ficción  es también la herramienta que ayuda a sostener nuestra sociedad, manteniendo cautivo el pensamiento a través de una constante y manipulada disociación del sujeto, que lo aleja de la realidad o que lo impulsa a sostenerse en ello. Mostrar una realidad alternativa, difícil de alcanzar y como un ideal impositivo hace parte del proceso de “despersonalización social”, es así como la ficción sustenta los tres grandes pilares de un estado: política, economía y cultura, sin esa ficción el poder no sería funcional, la mente de los hombres no podría seducirse, ni distraerse, ni alienarse.

FICCIÓN CULTURAL (Culturae Ficta)


La catarsis o purificación es un término usado por el filósofo Aristóteles en su estudio “Sobre la poética” el cuál da origen al impacto de la ficción en la mente humana. Este análisis estético de la tragedia, muestra la catarsis como la cualidad que tiene la misma para infundir al espectador una sensación de “purificación”, es decir, hacer que las personas experimenten los castigos y las adversidades a través de personajes y acontecimientos ficticios o recreados. A medida que el teatro griego avanzaba dentro de estos conceptos, a la par de la evolución de la democracia, la tragedia se utilizó por estadistas y tiranos como una forma de educar a los habitantes de la naciente Polis en varios aspectos éticos, políticos y religiosos dado su cualidad “catártica” que resulta ser una forma poderosa de generar emociones y como tal pensamientos.
Con el nacimiento del teatro cómico de Aristófanes, tales representaciones basadas en las celebraciones ritualistas (fiestas Dionisias y Leneas etc.) estas se convirtieron en una forma de entretenimiento a las que el público griego acudía en masa.
A través de los años y con el nacimiento de nuevos géneros literarios, la ficción se fue emancipando y convirtiéndose a su vez en una herramienta con varias finalidades entre ellas la política.



Al avanzar la tecnología en los últimos dos siglos y con el surgimiento del “consumismo capitalista” la ficción tiene su más grande impacto cultural en la sociedad convirtiéndola en fenómeno universal.
Esta ficción ya no solo representa la educación y el entretenimiento, se convierte en una herramienta del poder por su capacidad integral de cautivar la mente humana. Los avances en el conocimiento de la psique en las ramas de la neurología, la psiquiatría y la psicología han hecho posible que la ficción no solamente emplee la “catarsis”, como una manera de aleccionar nuestro comportamiento, sino que conforma la capacidad de crear efectos contrarios.
Si bien la catarsis tiene la capacidad de “instruirnos” acerca de nuestros propios defectos y debilidades, dentro de la ficción también es posible producir el enrarecimiento de las virtudes, que bien sería el efecto de potenciar deseos inconscientes.
Dentro de la “ingeniería del consentimiento” Edward Bernays (Austria 1891-1995) padre de las relaciones públicas lograría sentar las bases para producir dicho efecto, enlazando los deseos inconscientes y emociones con los productos (La génesis del consumismo) De esta manera es como la ficción comienza a encajar dentro del pilar cultural de occidente, porque sin la mediación de la “ingeniería del consentimiento” (Que tenía sus antecedentes en la llamada “propaganda”) la “cultura del consumo” no sería aceptada.


Un conjunto de ideas y propaganda invisibles que son capaces de controlar la mente por su capacidad de distraer, seducir y alienarse, se van asociando mediante la sutil maquinación de la ingeniería, para ir encajando poco a poco dentro de la cultura, convirtiéndose en parte de ella a la vez que la trastorna. Ciertos productos han logrado penetrar la cultura que ya inconscientemente son aceptados como elementos de la misma, o se han convertido en símbolos que representan la llamada “cultura occidental”, en esto consiste la despersonalización cultural del eje humano, en que la ingeniería social a través de la ficción, ha logrado su penetración dentro de la psique humana estableciendo esta vasta iconografía social. De ahí que muchos autores se cuestionen acerca de lo que es la cultura y si realmente podemos hablar de una identidad cuando esta no ha sido más que el resultado de una colonización.
El envilecimiento de las virtudes, lejos del objeto de la clásica catarsis desencadena en una destrucción progresiva de los valores y la disociación del sujeto, el entretenimiento sin virtudes, sin cultura, sin identidad nos aboca hacia la satisfacción de los deseos y la liberación de las emociones omitiendo el fuero interno.


Pero ¿Qué hay de los medios? ¿Qué podemos pensar acerca de las formas como nos transmiten esta ficción? ¿Cuál es su mensaje? El medio cultural por excelencia es el audiovisual, a través de sus diversos canales como lo son la televisión, el cine, la internet han logrado establecer un sistema exógeno de plena aceptación reemplazando la cultura y el concepto de soberanía, esto dentro de las naciones democráticas mientras que en los estados donde predomina el comunismo, el mismo sistema gira en torno a la institución del estado, sus líderes e ideología. En la cultura de occidente, liberal por excelencia básicamente es lo mismo, en esta no prima una ideología sino un malversado concepto sobre la libertad y democracia, los líderes son reemplazados por personajes de ficción con tintes heroicos (Implantados ahí para defender los ideales “libertarios”) y un estado sostenido por el supuesto bienestar del capitalismo. Contrariamente, en Corea del Norte, de régimen comunista, la ficción gira en torno a personajes comunes que representan las virtudes del trabajo y la devoción hacia los líderes del régimen y sus instituciones, a diferencia de la ficción cultural de occidente hay una exaltación del patriotismo y la soberanía (so pena de que las libertades individuales son vulneradas) En nuestros países es muy distinto. Haciendo énfasis en la libertad, las fronteras están abiertas a los libres mercados anulando el concepto de soberanía, y el patriotismo se reduce a discursos que difaman y tergiversan los ideales socialistas del capital e incluso del nacionalismo, que es aún más nocivo para el propio libertarismo. 
Cabe también nombrar que esta Culturae Ficta no sería posible sin el inmenso aporte de las personas que, a través de sus iglesias y la manipulación de las creencias humanas por siglos, han edificado un receptáculo para contener parte del pensamiento humano que aún en estos tiempos insiste en creer en la benevolencia de un dios y su plan de salvar al mundo, mundo que desde milenios atrás aún se consume en las llamas del dolor y la destrucción. No obstante, construir esta gran ficción a la que llamamos “religión” (Del latín re-ligare “ligar, atar con fuerza”) ha sido una tarea milenaria, ligada íntimamente a la filosofía y la evolución el pensamiento humano y no por nada resulta ser un componente esencial de todas las culturas humanas, lo que significa que acabar con las religiones sería también cortar un hilo tan importante dentro  del entretejido humano. No es del todo mal que unos de los tantos caminos para alcanzar la moral y la paz interior sea el que nos ofrece promisoriamente la religión, pero lo que sí está mal es que seamos manipulados a través de ella y que por medio de todo, nos impida cuestionarnos tantas cosas que no es posible bajo las pasividad mental, la misma que genera el fanatismo y las fáciles respuestas a la vida dentro de algunas religiones. Existen varios estudios como el del libro “Babel und Bibel” del asiriólogo  alemán Friedrich Delizstch que demuestra brillantemente como las religiones han sido producto de la ficción que generan nuestras mentes.
Desligarnos de nuestras creencias obedece más a nuestra propia incertidumbre y voluntad, que cualquier otra cosa impuesta dentro de la sinergia de nuestra sociedad. Es un ejercicio de fuero, no de convicciones.


FICCIÓN POLÍTICA (Política Ficta)



La ficción comienza a levantarse en rededor del pilar político, dando origen a los denominados espectros ideológicos, que son los sustentadores de las tesis subjetivas de la concepción de estado que hay en cada uno de sus ciudadanos. La palabra espectro viene del latín spectrum que significa imagen. Una imagen es una representación mental de una realidad, se usa en la ciencia para referirse a los diversos haces en los que se dispersa la luz blanca. En base a esto el espectro político viene a descomponerse de una sola luz, esta luz representa el pensamiento político e ideológico, la identidad cultural y el concepto de soberanía de cada persona, la ficción política es el prisma que se encarga de descomponerlos en distintos haces que representan ideologías o partidos políticos. Dicho espectro no es más que la desintegración del pensamiento individual y hace parte de la “ingeniería del consentimiento” puesto que la política hoy en día se vale de las mismas herramientas conceptuales de las relaciones públicas (Aunque en muchos casos haciendo uso de la fuerza como en el “autoritarismo”.)



La importancia de mantener el espectro es esencial para lograr una identidad fragmentada y sumisa, un pensamiento parcializado, idóneo para la divergencia ideológica, el abstencionismo y la apatía política (Conocido como pensamiento apolítico.)
Mantener esta ficción favorece al control de las personas ya que al tener una “ideología preestablecida” pueden clasificarse, cuantificarse e incluso cualificarse estadísticamente. Una ideología, un partido, un movimiento social, una doctrina ciertamente no son garantía de la libertad del pensamiento humano y su fuero interno, son en muchos casos, una herramienta de medición de fuerzas y corrientes, de balance en el poder, de aceptación o resistencia, en pocas palabras el espectro político ayuda a la vigilancia dentro del estado.
La Guerra fría fue el parangón del establecimiento de una nueva ficción doctrinaria, que tendría sus antecedentes en el seno de la misma Revolución Francesa. Las nuevas batallas ya no se sustentarían en las conquistas por sangre, sino, se librarían dentro del pensamiento convergente, aunque sin desdeñar su fiel tinta, el miedo ahora se convertía en el “medio”.
La Terreur o el “terror” uno de los periodos más críticos de la Revolución francesa, se caracterizó por la utilización del concepto “Terrorismo de estado”. Esto fue el caldo de cultivo de cientos de revoluciones que se sucedieron durante los siglos venideros. En la Guerra Fría el terror se polarizó y fue así como el consumismo (y su inmediata amenaza el “comunismo”) se metió en la psique de una nueva generación. Ahora el fuero interno dictaminaba que el capitalismo endilgaría el camino hacia la libertad, procurando el bienestar, mientras que el socialismo -la izquierda- solo lo representaría la opresión. Por décadas el espectro primordial de la política (La “democracia”) ha mantenido la sumisión del poder, alimentando mediante la ficción política, esta polaridad plena de experiencias sociales, la brecha entre identidad e identificación (Que en este caso representa la aceptación de una cultura de consumo y entretenimiento) han procurado la divergencia del pensamiento humano, tornándolo individualista y divergente a lo largo de los dos últimos siglos.


FICCIÓN ECONÓMICA (Economic Ficta)



El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo una vez, “Estamos en plena cultura del envase (…) La cultura del envase desprecia los contenidos”. Dentro de occidente, la sociedad “feel good”, la de la “pet rock” y la “obsolescencia programada” hay un círculo que nos produce un afán irrefrenable por buscar esos “contenidos”, que al darnos cuenta en realidad no son más que vacíos, (como los agujeros del queso que lo ayuda a verse más grande y más delicioso), de esta forma terminamos engañados por la “democracia económica”, los objetivos humanos tienden a girar en torno al poder adquisitivo y desde allí se desprende todo un sinfín de metáforas acerca de la vida práctica donde la existencia queda relegada.
Comenzamos hablando de la llamada teoría económica, una “ciencia exacta”, para entender el nivel al que llega la economic ficta a nuestras vidas. El dinero es un título valor, se le llama “fiduciario”, palabra que viene del latín fides que significa confianza o fe, así pues es un título impreso basado en la confianza que nos da su emisor y que ya casi no está representado por bienes tangibles como lo fue por muchos años cuando se respaldaba con oro u otros metales preciosos. Países con economías emergentes como Rusia y China compraron toneladas de oro para mantener el patrón oro aniquilado en EU mediante el “Nixon Shock”, cuando había más dinero circulando del que pudiera sostenerse en sus reservas. Esto nos demostró que la economía mundial estaba cambiando y a un nivel casi discreto, que dicha economía estaba cayendo de a poco en las garras de los banqueros (Los mismos que se encargarían de emitir esa “confianza”.) Estas personas dueñas de las más grandes fortunas del “dinero viejo” son quienes han fundado una nueva sociedad basada en “ficciones económicas”, el mismo término que los economistas utilizan para peyorar las políticas populistas.



La palabra ficción y fingir podría compartir la misma raíz con la palabra fides (Confianza) que es dheigh cuyo significado es “formar o modelar”. Así pues podríamos deducir que el objetivo de la ficción y las llamadas “fiducias” tiene como objeto modelar un pensamiento, (¡Y lo mismo pasa con la fe en la religión!) pues justamente el termino fiduciario, tiene una gran preponderancia en la teoría económica, que es también una ficción establecida por muchas de sus fórmulas de ciencia exacta que por muchas razones (De carácter cultural y social) no lo es. La fiducia se deposita en los agentes que intervienen en la economía, la misma es sostenida por un voto de confianza pero muchas veces ignoramos lo que se esconde detrás de los complejos movimientos financieros. Para crear esta ficción solo basta con recurrir a la matemática, a los términos complejos, cualquier cosa que nos parezca “ciencia”, la economía no se hizo para que todos la comprendiesen, es por eso que como tantas otras ciencias no tenemos más que terminar por darle la razón a los economistas y de ahí que vivamos dentro de una economic ficta, porque al final serán los teóricos los que terminarán por dictaminar que es bueno y que es malo, qué le conviene a la nación y qué no, cuál debe ser su política económica, qué fórmulas deben utilizar. Otra razón no menos importante la dan los mismos economistas (No precisamente los tradicionales) cuando ellos mismos sugieren a los gobiernos que la economía sea una asignatura dentro de la educación, mas sin embargo esto sigue siendo tinta en el papel.
La economía no se rige por leyes ecuménicas, responden al momento de cada comunidad o nación y sus fórmulas no van a funcionar ídem en todos los casos, no obstante, la maquinaria de la economíc ficta pretende demostrar lo contrario, que sus teorías independientemente de ser o no acertadas siempre va a ir al rescate de las economías, porque eso hace parte de lo que llamamos establishment.


Cabe mencionar que dentro de esta economía manejada a través de la “cooperación internacional” y sus diversas instituciones, se encuentran también el control sobre la salud y diversas ficciones  dentro de su campo, montajes hechos para engañar a la gente en torno a lo que respectan diversas enfermedades y dolencias. Le debemos mucho a los avances médicos de los últimos dos siglos, pero también, debemos comprender que la salud se ha convertido en un negocio muy rentable, comenzando que no es un secreto el gran patrocinio que tienen las farmacéuticas a la comunidad médica en general. Dicha “ficción” funciona de la misma forma que las anteriores, donde nuevamente las instituciones juegan un papel fundamental, entre ellas podemos contar con las más prestigiosas universidades del mundo, personas de ciencia que sabemos hacen parte de un stablishment. Para nadie es secreto que la medicina tradicional se ha enfocado en el tratamiento químico que es en muchos casos paliativo. Aquellos médicos que se han encargado de estudiar la medicina saltándose dicho enfoque, encuentran que la salud humana se correlaciona más con la mente que con factores ambientales, aunque no del todo sea así. No obstante también nos encontramos con una gran ficción sobre la alimentación humana. A diario las grandes empresas alimentarias encubren lo que hay detrás de sus métodos de conservación y mejoramiento en sus productos, donde nuevamente el papel de los químicos (Muchos de ellos nocivos para la salud humana y el medio ambiente,) son fundamentales para reducir sus costos, al paso que degeneran la salud de las personas. Un ejemplo es el de los transgénicos prohibidos en muchos países del primer mundo, pero en los más pobres, insisten en decirle a la gente que el uso de pesticidas en mucho más nocivo y por ende los transgénicos son mejor  (Aun cuando se pueden recurrir a técnicas tradicionales para eliminar las plagas sin necesidad de usar químicos,) pero dada la competencia que tienen los agricultores locales frente a la importación de productos del llamado “dumping”, a ellos no les queda más remedio que usar pesticidas o más fácil renunciar a sus semillas y comprárselas a Montsanto, Syngenta, Dupont o Bayer, grandes multinacionales de estos productos.



Para terminar deberíamos usar el sabio ejercicio de la imaginación y cuestionarnos ¿Qué sería de este mundo sin estas grandes ficciones? ¿Cómo serían nuestras vidas si los ideales no estuvieran centrados en los que nos han impuesto las grandes corporaciones? ¿Cuál es la verdadera libertad? ¿La del capitalismo o la de la razón? ¿Qué pasaría en el mundo si todas estas ficciones se van al suelo? ¿Estaríamos dispuesto a abrir los ojos y cambiar el rumbo de nuestras existencias? ¿Cuál es entonces el mundo ideal y cómo podemos construirlo sin recurrir a las mentiras?
Con esto volvemos al comienzo citando nuevamente a Borges, ¿Acaso el aceptar lo que nos han impuesto la sociedad todo este tiempo es evidencia de que nuestro mundo no es más que una gran ficción?

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