“Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuimos que
nada es real”. Esta frase extraída del cuento del escritor argentino Luis
Borges, “El Inmortal” no podría explicar de mejor forma cómo se constituye
nuestra sociedad en el mundo moderno, un mundo que para sostenerse en sus cimientos
necesita ser “cautivo y controlado”. Aunque la trama del relato perteneciente
al libro “El Aleph” se enfoca a lo existencial, Borges no deja de contemplar
dentro de esta cita que la realidad solo discurre dentro de nuestras mentes,
esto es indudablemente lo que hace posible una sociedad de realidades
alternadas como la nuestra, la sociedad de la ficción.
La ficción domina nuestra cultura, es el eje de lo artístico,
la mímesis de lo cotidiano y también lo ontológico, está en los libros, la
televisión, la radio, en el cine, en nuestras propias habladurías, pero no es
algo exclusivo de la imaginería humana, la
ficción es también la herramienta que ayuda
a sostener nuestra sociedad, manteniendo cautivo el pensamiento a través de una
constante y manipulada disociación del sujeto, que lo aleja de la realidad o
que lo impulsa a sostenerse en ello. Mostrar una realidad alternativa,
difícil de alcanzar y como un ideal impositivo hace parte del proceso de
“despersonalización social”, es así como la ficción sustenta los tres grandes
pilares de un estado: política, economía y cultura, sin esa ficción el poder no
sería funcional, la mente de los hombres no podría seducirse, ni distraerse, ni
alienarse.
FICCIÓN CULTURAL
(Culturae Ficta)
La catarsis o purificación es un término usado por el
filósofo Aristóteles en su estudio “Sobre la poética” el cuál da origen al
impacto de la ficción en la mente humana. Este análisis estético de la tragedia,
muestra la catarsis como la cualidad que tiene la misma para infundir al
espectador una sensación de “purificación”, es decir, hacer que las personas
experimenten los castigos y las adversidades a través de personajes y
acontecimientos ficticios o recreados. A medida que el teatro griego avanzaba
dentro de estos conceptos, a la par de la evolución de la democracia, la
tragedia se utilizó por estadistas y tiranos como una forma de educar a los
habitantes de la naciente Polis en varios aspectos éticos, políticos y
religiosos dado su cualidad “catártica” que resulta ser una forma poderosa de generar
emociones y como tal pensamientos.
Con el nacimiento del teatro cómico de Aristófanes, tales
representaciones basadas en las celebraciones ritualistas (fiestas Dionisias y
Leneas etc.) estas se convirtieron en una forma de entretenimiento a las que el
público griego acudía en masa.
A través de los años y con el nacimiento de nuevos géneros
literarios, la ficción se fue emancipando y convirtiéndose a su vez en una herramienta
con varias finalidades entre ellas la política.
Al avanzar la tecnología en los últimos dos siglos y con el
surgimiento del “consumismo capitalista” la ficción tiene su más grande impacto
cultural en la sociedad convirtiéndola en fenómeno universal.
Esta ficción ya no solo representa la educación y el
entretenimiento, se convierte en una herramienta del poder por su capacidad
integral de cautivar la mente humana. Los avances en el conocimiento de la psique en las ramas de la neurología, la
psiquiatría y la psicología han hecho posible que la ficción no solamente
emplee la “catarsis”, como una manera de aleccionar nuestro comportamiento,
sino que conforma la capacidad de crear efectos contrarios.
Si bien la catarsis
tiene la capacidad de “instruirnos” acerca de nuestros propios defectos y
debilidades, dentro de la ficción también es posible producir el enrarecimiento
de las virtudes, que bien sería el efecto de potenciar deseos inconscientes.
Dentro de la “ingeniería del consentimiento” Edward Bernays (Austria
1891-1995) padre de las relaciones públicas lograría sentar las bases para
producir dicho efecto, enlazando los deseos inconscientes y emociones con los
productos (La génesis del consumismo) De esta manera es como la ficción
comienza a encajar dentro del pilar cultural de occidente, porque sin la
mediación de la “ingeniería del consentimiento” (Que tenía sus antecedentes en
la llamada “propaganda”) la “cultura del consumo” no sería aceptada.
Un conjunto de ideas y propaganda invisibles que son capaces
de controlar la mente por su capacidad de distraer, seducir y alienarse, se van
asociando mediante la sutil maquinación de la ingeniería, para ir encajando
poco a poco dentro de la cultura, convirtiéndose en parte de ella a la vez que
la trastorna. Ciertos productos han
logrado penetrar la cultura que ya inconscientemente son aceptados como
elementos de la misma, o se han convertido en símbolos que representan la
llamada “cultura occidental”, en esto consiste la despersonalización cultural
del eje humano, en que la ingeniería social a través de la ficción, ha logrado
su penetración dentro de la psique humana estableciendo esta vasta iconografía
social. De ahí que muchos autores se cuestionen acerca de lo que es la
cultura y si realmente podemos hablar de una identidad cuando esta no ha sido
más que el resultado de una colonización.
El envilecimiento de las virtudes, lejos del objeto de la
clásica catarsis desencadena en una destrucción progresiva de los valores y la
disociación del sujeto, el entretenimiento sin virtudes, sin cultura, sin
identidad nos aboca hacia la satisfacción de los deseos y la liberación de las
emociones omitiendo el fuero interno.
Pero ¿Qué hay de los medios? ¿Qué podemos pensar acerca de
las formas como nos transmiten esta ficción? ¿Cuál es su mensaje? El medio
cultural por excelencia es el audiovisual, a través de sus diversos canales
como lo son la televisión, el cine, la internet han logrado establecer un
sistema exógeno de plena aceptación reemplazando la cultura y el concepto de
soberanía, esto dentro de las naciones democráticas mientras que en los estados
donde predomina el comunismo, el mismo sistema gira en torno a la institución
del estado, sus líderes e ideología. En la cultura de occidente, liberal por
excelencia básicamente es lo mismo, en esta no prima una ideología sino un
malversado concepto sobre la libertad y democracia, los líderes son
reemplazados por personajes de ficción con tintes heroicos (Implantados ahí
para defender los ideales “libertarios”) y un estado sostenido por el supuesto
bienestar del capitalismo. Contrariamente, en Corea del Norte, de régimen
comunista, la ficción gira en torno a personajes comunes que representan las
virtudes del trabajo y la devoción hacia los líderes del régimen y sus
instituciones, a diferencia de la ficción cultural de occidente hay una
exaltación del patriotismo y la soberanía (so pena de que las libertades
individuales son vulneradas) En nuestros países es muy distinto. Haciendo énfasis
en la libertad, las fronteras están abiertas a los libres mercados anulando el
concepto de soberanía, y el patriotismo se reduce a discursos que difaman y
tergiversan los ideales socialistas del capital e incluso del nacionalismo, que
es aún más nocivo para el propio libertarismo.
Cabe también nombrar que esta Culturae Ficta no sería posible sin el inmenso aporte de las
personas que, a través de sus iglesias y la manipulación de las creencias
humanas por siglos, han edificado un receptáculo para contener parte del
pensamiento humano que aún en estos tiempos insiste en creer en la benevolencia
de un dios y su plan de salvar al mundo, mundo que desde milenios atrás aún se
consume en las llamas del dolor y la destrucción. No obstante, construir esta
gran ficción a la que llamamos “religión” (Del latín re-ligare “ligar, atar con fuerza”) ha sido una tarea milenaria,
ligada íntimamente a la filosofía y la evolución el pensamiento humano y no por
nada resulta ser un componente esencial de todas las culturas humanas, lo que
significa que acabar con las religiones sería también cortar un hilo tan
importante dentro del entretejido humano.
No es del todo mal que unos de los
tantos caminos para alcanzar la moral y la paz interior sea el que nos ofrece
promisoriamente la religión, pero lo que sí está mal es que seamos manipulados a
través de ella y que por medio de todo, nos impida cuestionarnos tantas cosas
que no es posible bajo las pasividad mental, la misma que genera el
fanatismo y las fáciles respuestas a la vida dentro de algunas religiones.
Existen varios estudios como el del libro “Babel und Bibel” del asiriólogo alemán Friedrich Delizstch que demuestra
brillantemente como las religiones han sido producto de la ficción que generan
nuestras mentes.
Desligarnos de nuestras
creencias obedece más a nuestra propia incertidumbre y voluntad, que
cualquier otra cosa impuesta dentro de la sinergia de nuestra sociedad. Es un
ejercicio de fuero, no de convicciones.
FICCIÓN POLÍTICA
(Política Ficta)
La ficción comienza a levantarse en rededor del pilar
político, dando origen a los denominados espectros ideológicos, que son los sustentadores
de las tesis subjetivas de la concepción de estado que hay en cada uno de sus
ciudadanos. La palabra espectro viene del latín spectrum que significa imagen. Una imagen es una representación
mental de una realidad, se usa en la ciencia para referirse a los diversos
haces en los que se dispersa la luz blanca. En base a esto el espectro político viene a descomponerse de una sola luz, esta luz
representa el pensamiento político e ideológico, la identidad cultural y el
concepto de soberanía de cada persona, la ficción política es el prisma que se
encarga de descomponerlos en distintos haces que representan ideologías o
partidos políticos. Dicho espectro no es más que la desintegración del
pensamiento individual y hace parte de la “ingeniería del consentimiento”
puesto que la política hoy en día se vale de las mismas herramientas
conceptuales de las relaciones públicas (Aunque en muchos casos haciendo uso de
la fuerza como en el “autoritarismo”.)
La importancia de
mantener el espectro es esencial para lograr una identidad fragmentada y
sumisa, un pensamiento parcializado, idóneo para la divergencia ideológica, el
abstencionismo y la apatía política (Conocido como pensamiento apolítico.)
Mantener esta ficción favorece al control de las personas ya
que al tener una “ideología preestablecida” pueden clasificarse, cuantificarse
e incluso cualificarse estadísticamente. Una
ideología, un partido, un movimiento social, una doctrina ciertamente no son
garantía de la libertad del pensamiento humano y su fuero interno, son en
muchos casos, una herramienta de medición de fuerzas y corrientes, de balance
en el poder, de aceptación o resistencia, en pocas palabras el espectro político
ayuda a la vigilancia dentro del estado.
La Guerra fría fue el parangón del establecimiento de una
nueva ficción doctrinaria, que tendría sus antecedentes en el seno de la misma
Revolución Francesa. Las nuevas batallas ya no se sustentarían en las
conquistas por sangre, sino, se librarían dentro del pensamiento convergente,
aunque sin desdeñar su fiel tinta, el miedo ahora se convertía en el “medio”.
La Terreur o el “terror” uno de los periodos más críticos de
la Revolución francesa, se caracterizó por la utilización del concepto
“Terrorismo de estado”. Esto fue el caldo de cultivo de cientos de revoluciones
que se sucedieron durante los siglos venideros. En la Guerra Fría el terror se
polarizó y fue así como el consumismo (y su inmediata amenaza el “comunismo”)
se metió en la psique de una nueva generación. Ahora el fuero interno
dictaminaba que el capitalismo endilgaría el camino hacia la libertad,
procurando el bienestar, mientras que el socialismo -la izquierda- solo lo
representaría la opresión. Por décadas el espectro primordial de la política
(La “democracia”) ha mantenido la sumisión del poder, alimentando mediante la
ficción política, esta polaridad plena de experiencias sociales, la brecha
entre identidad e identificación (Que en este caso representa la aceptación de
una cultura de consumo y entretenimiento) han procurado la divergencia del
pensamiento humano, tornándolo individualista y divergente a lo largo de los
dos últimos siglos.
FICCIÓN ECONÓMICA
(Economic Ficta)
El escritor uruguayo Eduardo Galeano dijo una vez, “Estamos
en plena cultura del envase (…) La cultura del envase desprecia los contenidos”.
Dentro de occidente, la sociedad “feel good”, la de la “pet rock” y la
“obsolescencia programada” hay un círculo que nos produce un afán irrefrenable
por buscar esos “contenidos”, que al darnos cuenta en realidad no son más que
vacíos, (como los agujeros del queso que lo ayuda a verse más grande y más
delicioso), de esta forma terminamos
engañados por la “democracia económica”, los objetivos humanos tienden a girar
en torno al poder adquisitivo y desde allí se desprende todo un sinfín de
metáforas acerca de la vida práctica donde la existencia queda relegada.
Comenzamos hablando de la llamada teoría económica, una “ciencia
exacta”, para entender el nivel al que llega la economic ficta a nuestras vidas. El dinero es un título valor, se
le llama “fiduciario”, palabra que viene del latín fides que significa confianza o fe, así pues es un título impreso
basado en la confianza que nos da su emisor y que ya casi no está representado
por bienes tangibles como lo fue por muchos años cuando se respaldaba con oro u
otros metales preciosos. Países con economías emergentes como Rusia y China compraron
toneladas de oro para mantener el patrón oro aniquilado en EU mediante el “Nixon
Shock”, cuando había más dinero circulando del que pudiera sostenerse en sus
reservas. Esto nos demostró que la economía mundial estaba cambiando y a un
nivel casi discreto, que dicha economía estaba cayendo de a poco en las garras
de los banqueros (Los mismos que se encargarían de emitir esa “confianza”.)
Estas personas dueñas de las más grandes fortunas del “dinero viejo” son
quienes han fundado una nueva sociedad basada en “ficciones económicas”, el
mismo término que los economistas utilizan para peyorar las políticas populistas.
La palabra ficción y fingir podría compartir la misma raíz
con la palabra fides (Confianza) que es dheigh
cuyo significado es “formar o modelar”. Así pues podríamos deducir que el
objetivo de la ficción y las llamadas “fiducias” tiene como objeto modelar un
pensamiento, (¡Y lo mismo pasa con la fe en la religión!) pues justamente el termino
fiduciario, tiene una gran preponderancia en la teoría económica, que es
también una ficción establecida por muchas de sus fórmulas de ciencia exacta
que por muchas razones (De carácter cultural y social) no lo es. La fiducia se
deposita en los agentes que intervienen en la economía, la misma es sostenida
por un voto de confianza pero muchas veces ignoramos lo que se esconde detrás
de los complejos movimientos financieros. Para crear esta ficción solo basta
con recurrir a la matemática, a los términos complejos, cualquier cosa que nos
parezca “ciencia”, la economía no se hizo para que todos la comprendiesen, es
por eso que como tantas otras ciencias no tenemos más que terminar por darle la
razón a los economistas y de ahí que vivamos dentro de una economic ficta, porque al final serán los teóricos los que
terminarán por dictaminar que es bueno y que es malo, qué le conviene a la
nación y qué no, cuál debe ser su política económica, qué fórmulas deben
utilizar. Otra razón no menos importante la dan los mismos economistas (No
precisamente los tradicionales) cuando ellos mismos sugieren a los gobiernos que
la economía sea una asignatura dentro de la educación, mas sin embargo esto
sigue siendo tinta en el papel.
La economía no se rige
por leyes ecuménicas, responden al momento de cada comunidad o nación y sus
fórmulas no van a funcionar ídem en todos los casos, no obstante, la maquinaria
de la economíc ficta pretende
demostrar lo contrario, que sus teorías independientemente de ser o no
acertadas siempre va a ir al rescate de las economías, porque eso hace parte de
lo que llamamos establishment.
Cabe mencionar que dentro de esta economía manejada a través
de la “cooperación internacional” y sus diversas instituciones, se encuentran
también el control sobre la salud y diversas ficciones dentro de su campo, montajes hechos para
engañar a la gente en torno a lo que respectan diversas enfermedades y
dolencias. Le debemos mucho a los avances médicos de los últimos dos siglos,
pero también, debemos comprender que la salud se ha convertido en un negocio
muy rentable, comenzando que no es un secreto el gran patrocinio que tienen las
farmacéuticas a la comunidad médica en general. Dicha “ficción” funciona de la
misma forma que las anteriores, donde nuevamente las instituciones juegan un
papel fundamental, entre ellas podemos contar con las más prestigiosas
universidades del mundo, personas de ciencia que sabemos hacen parte de un stablishment.
Para nadie es secreto que la medicina tradicional se ha enfocado en el
tratamiento químico que es en muchos casos paliativo. Aquellos médicos que se
han encargado de estudiar la medicina saltándose dicho enfoque, encuentran que la
salud humana se correlaciona más con la mente que con factores ambientales, aunque
no del todo sea así. No obstante también nos encontramos con una gran ficción sobre
la alimentación humana. A diario las grandes empresas alimentarias encubren lo
que hay detrás de sus métodos de conservación y mejoramiento en sus productos,
donde nuevamente el papel de los químicos (Muchos de ellos nocivos para la
salud humana y el medio ambiente,) son fundamentales para reducir sus costos,
al paso que degeneran la salud de las personas. Un ejemplo es el de los
transgénicos prohibidos en muchos países del primer mundo, pero en los más
pobres, insisten en decirle a la gente que el uso de pesticidas en mucho más
nocivo y por ende los transgénicos son mejor (Aun cuando se pueden recurrir a técnicas
tradicionales para eliminar las plagas sin necesidad de usar químicos,) pero
dada la competencia que tienen los agricultores locales frente a la importación
de productos del llamado “dumping”, a ellos no les queda más remedio que usar
pesticidas o más fácil renunciar a sus semillas y comprárselas a Montsanto,
Syngenta, Dupont o Bayer, grandes multinacionales de estos productos.
Para terminar deberíamos usar el sabio ejercicio de la
imaginación y cuestionarnos ¿Qué sería de este mundo sin estas grandes
ficciones? ¿Cómo serían nuestras vidas si los ideales no estuvieran centrados
en los que nos han impuesto las grandes corporaciones? ¿Cuál es la verdadera
libertad? ¿La del capitalismo o la de la razón? ¿Qué pasaría en el mundo si
todas estas ficciones se van al suelo? ¿Estaríamos dispuesto a abrir los ojos y
cambiar el rumbo de nuestras existencias? ¿Cuál es entonces el mundo ideal y
cómo podemos construirlo sin recurrir a las mentiras?
Con esto volvemos al comienzo citando nuevamente a Borges,
¿Acaso el aceptar lo que nos han impuesto la sociedad todo este tiempo es evidencia
de que nuestro mundo no es más que una gran ficción?
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