jueves, 23 de mayo de 2019

EL ABANICO DE ALICIA: LA TENDENCIA A CREAR ENEMIGOS INVISIBLES


En la obra del escritor Lewis Carroll, “las aventuras de Alicia en el país de las maravillas”, la joven personaje al verse reducida de tamaño, situación que le impide tomar una llave para abrir cierta puerta, se come una tarta haciéndola crecer desmedidamente, esto paradójicamente ahora le impide ingresar por aquella puerta,  en su frustración Alicia llora y es cuando gracias a un abanico que usa para airearse, vuelve a ser pequeña lo que por poco le hace ahogar en sus propias lágrimas.



La obra fantástica de Lewis Carroll ha sido todo un referente a lo largo de la historia literaria, particularmente del cine y la televisión y sus personajes ya de por sí son icónicos, incluso Alicia se ha usado en la ciencia médica para referenciar a un síndrome que distorsiona la visión, especialmente la de los niños haciendoles percibir los objetos más grandes (Macropsia) o pequeños (Micropsia.)
En esta ocasión vamos a utilizar la referencia de la singular mitología creada por Carroll para explicar cómo solemos agrandar ciertos eventos o manifestaciones, llámese realidad, como una cualidad especifica de nuestros cerebros.
Producto de la cognición en base al sentimiento, dependiendo con la intensidad en el que se produzca principalmente el segundo, la tendencia del cerebro es magnificar las cosas, en casos donde nos encontremos ad portas de un choque o una crisis física o emocional, el cerebro dispone de mecanismos para anular el impacto, lo que implica el suceso de lo contrario: una disminución en la percepción del problema. La magnificación de algunos eventos considerados como problemáticos puede esbozarse gracias al siguiente texto del poeta Pablo Neruda:

“No hay espacio más ancho que el dolor, no hay universo como aquel que sangra.”

En efecto, muchos de nuestros sentimientos pueden verse magnificados según la susceptibilidad de cada quien, por ejemplo, algunas personas se van a sentir más motivadas con un día soleado mientras que otras no. Los sentimientos tienen que ver mucho con la experiencia que hemos tenido, hay objetos o eventos simples que para nosotros pueden tener un gran valor o significado, hay sucesos que en segundo plano son insignificantes pero si nos suceden a nosotros podemos experimentarlo como todo una tragedia. En eso consiste la magnificación de los eventos, en su contraparte podemos ver las cosas más reducidas como por ejemplo que para una persona que esté sola, no sea tan importante el evento de San Valentín como para una que tenga pareja.



Esa es una de las cualidades de la mente humana, el hecho de que pueda magnificar o minimizar su realidad, las personas más sensibles e imaginativas suelen hacer esto con más o mayor frecuencia que aquellas que poseen una cognición no tan alta. Esta es la razón de porqué muchos de los grandes personajes de la historia han sido personas melancólicas o depresivas.

“El dolor y el sufrimiento son siempre inevitables para una gran inteligencia y un corazón profundo. Los hombres realmente grandes, creo, tienen una gran tristeza en la tierra.” Fiodor Dostoievski

La tendencia de usar el abanico de Alicia en los temas políticos es de lo que trata este ejercicio abstractivo, aunque puede aplicarse a otros campos. Las personas como Alicia quieren abrir la puerta y para eso requieren de una llave a la que no pueden acceder, deben “crecer “entonces para poder conseguirla, crecer de muchas formas, aquel crecimiento puede ser confundido con una malformación en su cognición, pero lo importante es crecer, llenarse de argumentos, a veces de argumentos falsos o simplemente inexistentes dejando no más las razones propias, los prejuicios, es como ver crecer la nube de una tormenta. Cuando estas personas que generalmente vemos por las redes sociales están allí dando sus argumentos en contra de algún movimiento, algún estatuto, alguna opinión, alguna persona en especial etc.,  están como Alicia, ostentando su gran tamaño, pero cuando ven que por más que hayan tomado en sus manos la llave no podrán acceder a la puerta, vienen las lágrimas, traducidas en el conflicto que hay en su mente respecto a su contrario, su némesis dentro de esta pugna ideológica. Entonces al suceso más simple, el movimiento más insospechado, cualquier cosa que haga su enemigo, esta persona que usó el abanico sufriendo una especie de dismegalopsia argumental, va a magnificarlo y lo va a plantear como una amenaza para todo el orbe, como si de la caja de Pandora se tratara. Uno de los ejemplos más clásicos de esto tiene que ver con los inmigrantes, cuando un país comienza a sufrir dicho fenómeno no tarda en aparecer estas personas con su “macropsia mental” para verlo como una amenaza, muchas veces obviando que gran parte de los problemas internos del país lo causan sus propios ciudadanos. En el caso de los políticos vemos como ellos magnifican el problema de las drogas ilegales para dirigir toda una onerosa contienda en contra de dicha problemática que si se analiza, no es tan grave como el consumo del alcohol ya legalizado.



Las razones de por qué muchas personas sean tan ágiles para crear estos “enemigos invisibles”, cuya raíz es la magnificación, se producen por varios motivos: por un lado pueden estar los intereses de dicha persona que es consciente de la importancia de influir acerca de ciertos temas o problemáticas, por otro lado tenemos lo que en psicología se conoce como disonancia cognitiva, producto de un conflicto ideológico interno. Sea cual fueren sus motivos, las personas que “agitan el abanico”, para luego hondear “las banderas de la discordia” suelen estar dentro de su propia burbuja o en nuestro caso, dentro de sus “pantallas”, batallando como soldados de las redes sociales.



La invitación mediante este escrito al público en general es, a que evitemos ahogarnos en un océano de lágrimas con problemas que no están ahí o que realmente no son tan graves como pretendemos interpretarlos o hacerles creer a la gente. Nuestro crecimiento personal y comunitario no debe ser tomado a la ligera, es un proceso que debemos estar observando detenidamente y que puede tomar años de nuestras vidas. A sí como nuestro cerebro está hecho para magnificar o peyorar las cosas, también es susceptible a creer a tientas en lo “insignificantemente grande” y lo “infinitamente pequeño”. También es importante entender que para lograr una “revolución social”, es decir un gran cambio en el caudal de nuestra sociedad, esto no dependerá solo de una mente o un pequeño colectivo, es una transformación que requiere de todos nosotros, sin excepción alguna. No lograr este consenso es como intentar abrir aquella puerta estrecha donde la grandeza humana no puede caber.



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