Hasta hace poco no sabía la diferencia que hay
entre entender y comprender, de hecho básicamente estos dos conceptos son lo
mismo pero cuando miramos la etimología de cada uno de ellos nos damos cuenta
que difieren en su grado. El entender es apenas un acercamiento a lo que
tratamos de comprender, la comprensión viene a ser el objeto de ese
entendimiento. El entendimiento puede llevarnos a interpretar una frase
abstracta como esta de un poema de Jesús Lizano “A mí me gustan las personas
curvas”, de la cual podemos sacar muchas interpretaciones pero solo la comprensión,
(El objeto del entendimiento) nos llevará al objeto de la frase, la razón de su
existir, su verdadera interpretación.
Nosotros como seres humanos nos podemos
definir utilizando muchas referencias, si una persona no entiende o no
comprende podemos calificar su inteligencia, la podemos tildar de “estúpida”,
pero así como existen muchas maneras de identificarnos como seres humanos,
también existen formas de “descalificarnos”. Por ejemplo solemos referirnos a
una persona de poca inteligencia como “bruta”, “tonta” a una persona que hace
“tonterías”, “idiota” a alguien que es desmedidamente ignorante etc. etc. Lo
cierto es que esto, no son más que frases peyorativas, que existen de tiempos inmemoriales
para insultar la inteligencia de cada uno de nosotros. NO existen personas
brutas, estúpidas, idiotas o imbéciles, todos los seres humanos gozamos de
inteligencia, existen otros elementos que pueden confundirnos y llevarnos
equívocamente a emplearnos en dichos términos, situaciones o características
dentro de la inteligencia de cada quien que generan un conflicto en el
pensamiento, es decir cualquier cosa que pueda coartar el juicio lógico, una
interpretación correcta, cualquier cosa que nos lleve a ejecutar un acto
equivocado, en otras palabras la comprensión que tanto necesitamos.
Hasta hace unas décadas, pensábamos que la
inteligencia humana era una sola, Charles Spearman postuló un factor
bifactorial donde el predominante sería el conocido como “factor G”. La
psicometría (ciencia que se encarga de medir la inteligencia) daría origen a
los test de evaluación siendo el
principal aquel que determina el llamado IQ o coeficiente intelectual, el cual
a lo largo de los años ha sido en muchos aspectos objeto de debates. Hoy en día
con el surgimiento de la teoría de las inteligencias múltiples de Howard
Gardner y la inteligencia emocional de Daniel Goleman se intenta ampliar el
concepto que tenemos de la inteligencia, que como ya se mencionó antes se
consideraba prácticamente única. Hasta
entonces e incluso aún muchas personas pensarán que “inteligencia solo hay una”
pero lo cierto es que toda esta grandiosa estructura que compone el pensar está
compuesta por muchos factores, eso lo podemos deducir si juntamos las dos
teorías que han tomado gran auge en la psicología las últimas décadas.
Tanto los seres humanos como la gran mayoría
de las especies animales poseemos la capacidad innata de aprender, el
desarrollo de nuestras capacidades a través del aprendizaje, la abstracción y
la experiencia es lo que conlleva a nuestra inteligencia, todos desarrollamos
múltiples inteligencias a lo largo de nuestras vidas y el hecho de que no
exista una proporcionalidad entre ellas es lo que nosotros percibimos como
estupidez, ignorancia, retraso mental etc. Todos los descalificativos que imaginemos para
ofender a una persona o burlarnos de ella.
Aunque ya se hayan definido modelos y existan
algunos parámetros para medir la estupidez, (incluso para predecirla) podemos
decir que la estupidez es la consecuencia de no tener la inteligencia necesaria
para resolver cierto problemas o desenvolvernos en determinadas circunstancias.
Aunque estos estudios como el del psicólogo Klaus Fiedler acerca de la “miopía
metacognitiva” son bastante interesantes y bien fundamentados sería bueno como
un ejercicio de respeto y comprensión recordar que todos los calificativos que
derivan de la estupidez no hacen más que crear sesgos en nuestras relaciones, y
como en esta caso estamos tratando de comprender el inmenso poder que tienen
las palabras, la gran fortaleza que supone nuestro lenguaje, existe una noble
intención de explicar porque no existe gente bruta, tonta, idiota, estúpida,
bestia etc. Todos hemos desarrollado alguna de nuestras tantas inteligencia de
una manera superior, todos tenemos la capacidad de desarrollarlas y en muchos
casos ni siquiera sabemos que esto es una realidad, desconocemos nuestras
capacidades, nuestros talentos simplemente porque no estamos por encima de un
estándar cualitativo o por que no tengamos un P.D.H, así mismo incluso las
personas más inteligentes nunca están exentas a cometer errores, a pasar de ser
genios a “estúpidos” de momento. Esto se debe a la extraordinaria complejidad
de nuestro cerebro humano y sus caídas estructurales. No porque nuestro cerebro
posea más de un cuatrillón de conexiones sinápticas esto signifique que sea perfecto.
Es fácil comprender el poema de Jesús Lizano,
las personas curvas de las que el habla se refiere a la liberta del ser humano,
la que tanto anhelamos alcanzar, solo si aprendemos a valorar el poder de
nuestras palabras y la nobleza de nuestras acciones podremos acercarnos a esta
percepción de la existencia.