sábado, 19 de noviembre de 2022

¿Por qué creemos en teorías de conspiración? PT1

Antes que nada, debemos conceptualizar el significado de “teorías de conspiración”, comprendiendo que, en principio, se trata de un término peyorativo, y que cuando comenzó a usarse, hace más de un siglo, la teoría conspirativa era estrictamente política y se refería a todas aquellas cosas que se hacen o deshacen dentro de la política para cometer un ilícito. Con los años el término ha ido ampliándose a otros aspectos sociales como la economía, especialmente la financiera, la industria, la ciencia (como sucede en el caso de la llegada del hombre a la luna), y más recientemente en la cultura popular. Incluso estas premisas suelen vincularse entre sí cuando la supuesta conspiración abarca o se vale de varios de estos elementos, como es el caso de la teoría de la programación predictiva, en la que se afirma que el cine de Hollywood tiene en parte una finalidad “lobista”, por así decirlo, de subrepticio pero fuerte impacto dentro del pensamiento de los norteamericanos.


Desde los años 50, con los sonados casos de la industria química (Como la producción del peligroso DDT), que solo con los años se ha llegado a comprobar la nocividad de muchos de estos productos, especialmente los que fabrican las farmacéuticas, han generado grandes escándalos dentro de estas industrias, en las que algunas de estas empresas (como lo fue en el sonado caso del laboratorio de Merck y su medicamento Vioxx que produjo problemas cardiacos a muchos de sus pacientes), tuvieron que pagar millonarias indemnizaciones. Lo que sucede y más recientemente es que investigadores y periodistas han puesto bajo la lupa en las últimas décadas a la industria, y esta, al tener una gran influencia económica y como tal política, ha tenido que lanzar la “contraofensiva”, valiéndose esencialmente de la “ciencia” para desmentir el producto de esas investigaciones, entonces nos encontramos con supuestos “estudios” científicos como principal arma de esta contraofensiva y es allí cuando la ciencia es lamentablemente, objeto de una mala praxis, cuando es la autoridad científica, la ciencia oficial la que trabaja en favor de estos intereses corporativos, ahí es cuando la “teoría de conspiración” toma su carácter peyorativo.

Para lograrlo la ciencia oficial se ha encargado de utilizar los mismos preceptos que rigen el método científico, de manera que para la comunidad científica, la única vía para llegar a la verdad es mediante la ciencia. Dentro de la teoría de la lógica y la argumentación existe una falacia conocida como argumento de autoridad o argumentum ad verecundiam, el cual implica que una cosa es cierta porque quien la afirma tiene “autoridad” en dicha materia (Un médico, por ejemplo). Todos sabemos que los científicos, doctores, especialistas y demás representan la autoridad en el conocimiento, pero por más versados que sean siguen siendo humanos, es decir, están sujetos a equivocarse, al ensayo- error y en muchos casos, dichos extravíos no son producto de la ignorancia sino de algo netamente arbitrario.

La ciencia, o mejor dicho, los científicos (patrocinada desde luego por la “Big Pharma”) se han encargado de desacreditar la medicina ancestral, colocando a muchos de estos tratamientos dentro del rango de pseudociencia, y para ello, partiendo de no contar con estudios rigurosos acerca de dichos tratamientos, (Estudios que por obvias razones no están dispuesto a hacer) y lográndolos empalmar con medicinas que no cuentan con ningún tipo de sustentación, ni siquiera práctica que de muestren su efectividad. Esto desde luego ha sido algo deliberado para lograr crear una especie de establecimiento científico, que con los años ha ido haciéndose cada vez más poderoso y como tal, incuestionable. Esto también se ha intentado hacer con el actual periodismo, el que se conoce como periodismo orgánico y que pertenece a la rama de la investigación no editorial, es decir el periodismo “independiente”. Y ya que mencionamos la palabra “editorial” en un interesante artículo de Miguel Martínez Delgadillo de la universidad Javeriana, se habla de cómo este sector del mercado ha tomado el control de la divulgación científica solo por lucro.

El golpe final que trata de dar este establecimiento en contra de la teoría conspirativa es con el bien elucubrado plan del terraplanismo, una teoría que hasta el día de hoy se llegó a convertir en fenómeno cultural, un movimiento el cual representaría el “culmen de todas las teorías conspirativas”. La teoría de la tierra plana (Que según lo establecido es anacrónica y está ampliamente refutada) ha vuelto a resurgir valiéndose en principio de la observación, que desde luego, no se necesita ser científico para poder realizarla, y a su vez, utilizando supuestas evidencias científicas para comprobarla (Como la inexistencia de la fuerza gravitatoria demostrada con la fórmula de aceleración). Bajo esta teoría no solo están personas que no pasan de ser más que avezados investigadores, sino también personas con estudios, logrando convencer y bajo el eficiente uso de las redes sociales, a una gran cantidad de personas en todo el mundo. Justamente cuando casi nadie se interesaba por estas teorías y la mayoría de nosotros nos costaba creer en algo como que estamos encerrados bajo un domo, salió la “comunidad científica”, especialmente divulgadores y cientificistas a desmentir esta teoría, algo que no me hace más que sospechar que todo estaba planeado desde un principio: Primero, para desprestigiar a la teoría conspirativa en sí y segundo para prepararnos para un eventual escenario global en el que no convenía para nada llenar de incógnitas y dudas (El que es sin duda el principal precepto de todas las ciencia y cualquier cosa que tenga que ver con el pensamiento) a las personas. Y pues ¿Qué ha sucedido?, se ha cancelado o se procura cancelar toda información, toda cuenta, toda página que divulgue la teoría del terraplanismo. En YouTube por ejemplo se dieron de baja videos que hablaban en favor de esta teoría y la comunidad de divulgadores de ciencia formalizada en esta red de contenidos, se han encargado no solo de refutar el terraplanismo, sino que también de ridiculizarlo tanto sus argumentos como a sus divulgadores, acrecentando el actual estatus peyorativo que tienen las teorías de conspiración en general. Además, este accionar deliberado propio de las grandes redes sociales se han encargado de crear un nuevo movimiento, el cientificismo, que es la antesala a lo que podría reemplazar para siempre a las religiones y llevarnos a un potencial transhumanismo.

Pero ¿en qué me baso para afirmar que esto del terraplanismo ha sido un plan para destronar a las teorías de conspiración? (que como su nombre lo indica, no dejan de ser teorías, como también existen teorías acerca de la materia oscura, el campo unificado, el efecto placebo, la interacción genómica del ADN humano etc.) Justo cuando los cientificistas y demás ganaban la batalla en las poderosas redes al “falso” terraplanismo, vino la pandemia del COVID-19, que sin duda alguna sería detonante para que se destara un alud de teorías acerca de este brote viral. Durante la pandemia no solamente vivimos bajo un panorama de muerte y desolación en donde la economía del mundo iba a colapsarse, teniendo como principales víctimas a la sociedad más vulnerable (Como siempre) sino que también experimentamos amargamente, una especie de oscurantismo en el que predominó la censura y la persecución de todo aquel que se atreviera a manifestarse en contra de las fuertes restricciones, que a su vez de evitar millones de muertes, ha producido un daño irreparable en la economía y como tal vida de la mayoría de seres humanos.  La campaña en contra de cualquier manifestación contra el encierro y posteriormente el de la vacunación cuasi obligatoria fue tan exitosa, que hasta el día de hoy cualquier contenido que cuestione la pandemia del 2020 es perseguida por los algoritmos de la internet e inmediatamente censurado (Yo mismo sospecho de ser objeto de shadow banning acá en mis redes, porque no me explico cómo generando tanto contenido nunca logro ser visualizado), pero por sobre todo, parece que ya nadie recuerda lo que pasó, hemos pasado esta gran crisis como si nunca hubiera sucedido, pareciera que fuimos víctimas de un borrado en masa, ya casi nadie se interesa por cuestionarse o investigar lo que pasó realmente en la pandemia del 2020 ¿Era necesario el encierro masivo? ¿Nos enfermamos o nos enfermaron a propósito? ¿Salió el sars cov2 de un laboratorio? ¿Realmente fuimos vacunados contra esta infección? ¿Cuántas personas murieron realmente por este virus y cuántas por las malas prácticas y pésima infraestructura médica? Preguntas que aún no obtienen respuesta porque de repente, a los investigadores les da miedo adentrarse en este terreno o simplemente son silenciados, baneados.

Ya se ha comprobado que muchas de las llamadas teorías conspirativas que tanto atacan los científicos, las instituciones del estado, los sociólogos etc. resultaron ser ciertas y es porque como se dijo anteriormente, son teorías, paralelas a las teorías que nos proporciona la ciencia misma y que también se desarrollan bajo las mismas dinámicas. Cualquier teoría de conspiración por absurda que sea, siempre nos hará dudar de la realidad misma, la duda es el principal motor que construye la realidad, es decir, la generadora de la verdad.

Si una teoría de lo que sea, es un constructo mental de nuestra percepción de la realidad, debería ser también una construcción de la realidad misma, ¿No es acaso la realidad lo que percibimos de ella? ¿Y si no lo es, deberíamos entonces negarla? Si nuestra mente está condicionada para percibir esta realidad en cierto grado, ¿Es tan válido negar que existe una realidad invisible o alterna como aceptar que la única realidad que existe es la que podemos percibir? Si esto último es afirmativo ¿Qué sentido tiene perseguir las teorías de conspiración en nombre del rigor científico? Para esto diría que la realidad la negamos con argumentos, no negándola. 

ENSAYO CONTRA LA OBEDIENCIA

  Un enorme letrero con unas simples letras negras sobre un fondo blanco, es visto por el personaje principal de la película de 1988 “Están ...